Ideas nubladas en O Roxo

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Diario de Arousa-2014-09-15-023-760c4f74

rubén garcía
cerceda

Buenos primeros diez minutos y, a partir de ahí, fútbol borroso del Cerceda. El Ribadumia plantó cara, se adelantó y obligó a su rival a sudar para conseguir el empate (Agulló de penalti). El 1-1, poco más merecieron ambos, no debe escandalizar a nadie.
Como un cuarto de baño sin ventilación tras una ducha de agua muy caliente. Ese con el espejo totalmente empañado que manoseas para tratar de verte la cara esperando nitidez y recibiendo confusión. O Roxo no acogió un partido de juego puro. Muchos de los futbolistas llamados a desequilibrar, a marcar diferencias, tuvieron las ideas nubladas. Parecía que les costaba tomar las decisiones adecuadas y ni siquiera variando el planteamiento dieron con la tecla.
El Cerceda arrancó bien. Lo cierto es que en los primeros diez minutos el balón no salía de la parcela de campo del Ribadumia, atrincherado cerca de su área. Martín, con un zurdazo potente desde dentro del área (Pazos desvió a córner), y Cano, con un centro-chut tras una caída a la banda derecha, plasmaron con ocasiones el dominio inicial del equipo de Lemos.
Como un azucarillo derramado sobre un café hirviendo, el Cerceda se diluyó. Permitió que el Ribadumia adelantase sus líneas de presión y, aunque los locales trataban de elaborar sus ataques combinando, el equipo de Gabi Leis, acumulando muchos jugadores cerca del balón, anularon los intentos del rival.
Rumbo (17 años), titular por cuarta jornada consecutiva, le dio un pase incómodo a Juan, que no fue práctico pese a estar apretado. Padín cazó la bola y, tras recortar, centró con la izquierda. El balón buscaba un segundo palo en el que apareció Sylla para cabecear con poderío. Remate ajustado, cerca del palo. 0-1, minuto 20.
El Cerceda reaccionó, pero lo hizo a medias, a bandazos. Una conducción de Cano por dentro, partiendo desde su nueva posición de mediapunta, acabó en la mejor ocasión de la primera mitad. Tras tirar un caño y plantarse en el balcón del área, disparó tenso, raso y levemente cruzado: rozó la madera.
Para tratar de enderezar el rumbo, Lemos movió el banquillo. Antes del descanso salió Peloto (lesionado) y entró Herbert. En el intermedio, el míster del Cerceda innovó. Se cargó al lateral izquierdo -Juan- y metió a un delantero centro -Uxío-. Reestructuró su equipo con un falso lateral izquierdo -Caridad- y un falso central -Granada- para acompañar a Angeriz y Noé en la línea defensiva.
Con la revolución, el Cerceda alteró el transcurso del partido. Juego más directo, dinámico, de ida y vuelta y, fundamentalmente, más arriesgado. El riesgo le sonrió a los dos minutos del segundo tiempo. Centro de Martín desde de la derecha y penalti de Sidibé a Uxío. Desde los once metros, Agulló no perdonó. Cañonazo a la derecha de Pazos, que adivinó la trayectoria pero no evitó el empate.
El Cerceda jugaba prácticamente con cinco delanteros (Dani, Uxío, Herbert, Cano y Martín) y el rendimiento invitaba tanto a la remontada como a un gol del Ribadumia en cualquier contraataque.
Lemos recuperó la línea de cuatro retirando a Dani y dándole minutos a José Manuel, que jugó de lateral izquierdo. Las pulsaciones del partido volvieron a estabilizarse y el partido murió sin que ni unos ni otros mereciesen los tres puntos. Probablemente, el Ribadumia, en el que Changui no hizo absolutamente nada porque Angeriz no le dejó respirar en noventa minutos, se fue con mejor sabor de boca. Al menos, con la sensación de que consiguió lo que se propuso. Y es que empatar en casa de uno de los más firmes candidatos al play-off es un excelente resultado para un equipo que se confirma en la cabeza de la clasificación, pese a ser un recién ascendido. n

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