Comienza el agónico balance de los daños mientras las llamas remiten

Comienza el agónico balance de los daños mientras las llamas remiten

Calicia comenzó ayer a evaluar los daños de la desoladora ola de incendios que ha atravesado la comunidad de norte a sur en los últimos días, mientras los servicios de extinción dan cuenta de las últimas llamas y rescoldos que aún permanecen activos.

Poco más de una decena de fuegos permanecen sin estar estabilizados a estas horas en Galicia, aunque algunos llevan quemando terreno desde hace varios días. Es el caso de los incendios que afectan a la localidad lucense de Cervantes, en pleno corazón de Os Ancares, donde las llamas han consumido zonas de alto valor ecológico y natural, con castaños centenarios que han sido pasto del inclemente avance de las llamas y han puesto en peligro hábitats de animales amenazados como el oso pardo o el urogallo.

Mientras tanto, el cuerpo de bomberos sigue presente en la localidad orensana de Carballeda de Avía, vigilando que no vuelvan a brotar llamas en un municipio que ha sufrido los rigores de los incendios en cerca del 70% de su superficie y en la práctica totalidad de sus núcleos poblacionales. Algunas de las paisanas más ancianas de la zona comentan con asombro que, en su larga vida, nunca vieron cosa semejante a las –describen– “tormentas de fuego” provenientes del próximo incendio de Melón que en la tarde y noche del domingo arrasaron, en cuestión de horas, los montes cercanos y alguna vivienda, causando incluso la muerte a un vecino de esta localidad que trataba de socorrer a su ganado.

Similar estampa presenta la localidad pontevedresa de As Neves, limítrofe con Portugal, país del que procedieron los fuegos que, tras cruzar un río Miño de caudal paupérrimo, quemaron desde el mediodía del domingo hasta –calculan las autoridades locales– el 90% del terreno forestal del municipio.

Aquí la destrucción de los núcleos habitados alcanza cotas inusitadas, con una veintena de viviendas consumidas por las llamas y una multitud de graneros, almacenes o vehículos agrícolas también inutilizados.

El sur de Galicia, el interior de Pontevedra y gran parte de Ourense guarda todavía el penetrante y persistente olor a ceniza en el aire, vestigio del paso de las llamas.

Comienza el agónico balance de los daños mientras las llamas remiten

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