La fosa común inglesa en la que descansa un isleño desde hace 63 años logra por fin su lápida

La fosa común inglesa en la que descansa un isleño desde hace 63 años logra por fin su lápida
El monumento conmemorativo ya está instalado en Penzance cedida

La fosa común británica en la que desde hace 63 años descansan, entre otros, los restos de un isleño, cuenta por fin con una lápida e inscripción. Domingo Vidal Blanco, natural de Muros pero vecino de la localidad insular a mediados del siglo pasado, fue una de las víctimas mortales del naufragio de la Motonave Juan Ferrer, en octubre del 63, frente a las costas de Cornualles.
De los quince tripulantes, solo cuatro se salvaron. Pero el mar, además, tardó días en devolver los cuerpos de cuatro de las víctimas, a las que, entonces, se decidió dar sepultura en el cementerio de la localidad inglesa de Penzance. Allí terminaron los restos del vecino de A Illa, junto a los de Manuel Corral Castiñeira (Ponteceso), Carlos Coello de Castro (Vizcaya) y Manuel Esperante Esperante (Serra de Outes).
El paso de las décadas terminó sepultando también el recuerdo del enterramiento. Hasta que Javier Mayo, vecino de Muros e hijo del único de los supervivientes aún hoy con vida (Benito Mayo), siguió el rastro de los recuerdos de su padre y comenzó la búsqueda de la tumba.
Por el camino se encontró con familiares de personas vinculadas a las labores del rescate en el naufragio que coparía varias portadas de los periódicos de la época. Y cruzando datos terminaron ubicando y reencontrando sin lugar a dudas el lugar del enterramiento de aquellos cuatro marineros.

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Entonces decidieron iniciar una colecta ciudadana para costear una placa. Pronto lo consiguieron y también la colaboración de una empresa del sector. El material elegido para la lápida: Granito plateado de Cornualles, al igual que las rocas que forman parte de la zona marítima de Boscawen Point donde embarrancó el mercante. Un símbolo más.
La leyenda elegida incluye una dedicatoria de “familia y amigos”, ya que los promotores de la iniciativa consiguieron también contactar recientemente con allegados de los cuatro marineros. De esta forma, tras medio siglo, se cierra un círculo ligado a esa tragedia marítima, con la colocación de una inscripción identificativa sobre la tumba colectiva que, por fin, pone nombre a sus eternos moradores. n

La fosa común inglesa en la que descansa un isleño desde hace 63 años logra por fin su lápida

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