Toda una barbaridad de desembarco vikingo

Toda una barbaridad de desembarco vikingo

Es la una de la tarde y desde la desembocadura del río Ulla se empiezan a atisbar en el horizonte las velas rojas y blancas de los drakkars en los que viajan los vikingos que pretenden conquistar Galicia a través de esa vía, considerada como la más rápida para lograrlo. Se empiezan a oír los toques de cuernos y como braman en reclamo a la dichosa Úrsula, que son señal inequívoca de que los vikingos se aproximan y lo que supone un anticipo del desembarco de esos bárbaros en Catoira. Así comienza el espectáculo que, apostadas en diferentes lugares alrededor de las Torres del Oeste, miles de personas pudieron contemplar ayer y que mucha gente inmortalizó con sus cámaras de fotos y de vídeo.
Esta recreación que se viene haciendo desde 1960, en la que se puede ver como unos reman y otros empuñan sus espadas y alguno incluso va encaramado en el palo mayor, antes de lanzarse al agua, incluso sin dejar que la embarcación acabe de aproximarse a la orilla. Es una demostración de las ansias de conquista del territorio que tienen. Pero, a diferencia de lo que sucedió hace diez siglos en que los campesinos defendieron su tierra con uñas y dientes y derrotaron a los vikingos, en esta ocasión fueron estos últimos quienes conquistaron las Torres del Oeste en medio de una orgía de gritos y de violencia en la búsqueda de comida y bebida para quedar saciados.
Sin perder los tintes bárbaros y salvajes con los que los vecinos de Catoira deciden montar este espectáculo, se sustituyen las espadas clavadas y los cortes de cabezas de antaño por gestos para los flashes de las cámaras de fotógrafos, y se divierten rebozándose unos a otros en el lodo aprovechando la marea baja. Los vikingos superan la férrea oposición de los vecinos que, armados con mazos, hachas, palos y espadas, no logran frenar las embestidas. Los invasores asaltan los puestos de mejillones y barriles de vino, con el que manchan a quien se les acerca. Todo un espectáculo multitudinario que hace que la Romería Vikinga de Catoira, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 2002, vaya a más.

Toda una barbaridad de desembarco vikingo

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