Los propietarios del edificio en ruinas situado en la Praza Martín Gómez Abal, en el barrio de O Castro, la empresa Tecnicas del Vidrio Transformado S.L., tienen diez días para solicitar la licencia municipal para las obras que deben poner fin a los peligros que conlleva este inmueble, cuyo mal estado obligó al Concello a cerrar un callejón para evitar que los continuos desprendimientos ocasionasen daños personales.
Así aparece reflejado en una resolución de Alcaldía que Tomás Fole firmó el 26 de noviembre de 2014 pero que no pudo notificarse a los interesados personalmente. Por ello, se procedió a su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia, aunque el texto íntegro pueden consultarlo en las depedencias de la Gerencia de Urbanismo, situado en la cuarta planta del Concello.
En concreto, las obras que deben realizar los propietarios son el desescombrado interior, la consolidación de las cabezas de los muros y el tapiado provisional de los huecos de la fachada y la limpieza exterior del inmueble.
El plazo de diez días comienza a contar a partir de un día después de la publicación en el BOP, es decir, desde hoy mismo.
Contra esta resolución, que pone fin a la vía administrativa, los interesados pueden interponer, potestivamente, recurso de reposición ante el alcalde y en el plazo de un mes a contar también desde hoy.
Otra de las opciones, según se explica en el edicto, es que recurran directamente al contencioso administrativo, para lo que tienen un plazo de dos meses.
Las obras para garantizar la seguridad de la casa en ruinas de O Castro están presupuestadas en unos 70.000 euros. El alcalde ya advirtió de que en caso de que los propietarios no ejecuten los trabajos, tal y como están obligados, será el Concello el que lo haga con cargo a la empresa. Otra de las opciones que se plantea el gobierno conservador es la de incrementar el grado de protección del inmueble.
Por otra parte, el alcalde también requiere a los dueños para que paguen la deuda pendiente con la administración local. Y es que a lo largo de los años, son varias las multas que Ravella impuso por el mal estado de una vivienda que ha cambiado de manos en varias ocasiones.
Ahora es una empresa de vidrios, con sede en Madrid, la propietaria de un inmueble que antiguamente acogió una escuela y que hoy en día es un símbolo del abandono del patrimonio.