Las mariscadoras de Carril se plantean un nuevo paro ante la mortandad del bivalvo

La mortandad de almeja fina y berberecho vuelve a poner entre la espada y la pared a las mariscadoras de Carril que en los últimos días han reducido las jornadas de trabajo y tienen serias dificultades para alcanzar el cupo. La situación es preocupante pues se repite apenas un mes después de la vuelta a la actividad después tres meses de paro.
La próxima semana las mariscadoras decidirán qué hacer en una asamblea y también tratarán de manetner un encuentro con responsables de la Consellería do Mar para abordar la situación.
Y es que si en Os Lombos el marisco está muy tocado, algo similar ocurre en la playa de A Compostela en la que se encuentran trabajando. En estos momentos, existe una zona del arenal sin tocar, pero la idea era mantenerla hasta la Navidad cuando el precio del marisco suele repuntar.
El paro no es la solución ya que significa ausencia de ingresos, pero la idea que algunas mariscadoras proponen es pedir a Mar que no se les cubre el seguro mientras están paradas. Por ahora, no hay nada decidido ya que será en una asamblea en la que se decida qué hacer.
La mortandad del marisco parece cebarse con Carril. Tras un inicio de año marcado por la riada que obligó a las mariscadoras de a pie a acogerse al paro, el final de verano llega también marcado por la mortandad de berberecho y almeja fina. Si bien lo que más preocupa es el pequeño bivalvo que desde 2012 no logra recuperarse y estar presente de manera definitiva en las lonjas. “Hay muchísimo berberecho, pero muerto. No sabemos que está pasando”, comenta una mariscadora. También el patrón mayor carrilexo comentó hace unos días que si bien la mortandad de la almeja fina era “algo normal co aumento das temperaturas”, lo que realmente le inquietaba era “a mortandade do berberecho”.
En los parques la situación tampoco es mejor y la preocupación y la desesperación por un nuevo año en blanco está presente en la mayoría de los titulares de viveros de Carril. “Cada vez nos é máis difícil vivir disto. É como unha plaga”, comenta un parquista.