Nuestra memoria

Nuestra memoria, la de los nuestros, los que una vez fueron. Los que esculpieron nuestra realidad, nuestro ser, nuestra forma de comportarnos. Aquellos hombres y mujeres cuya memoria hoy se marchita, a los que hemos ido olvidando. Hombres y mujeres que construyeron, que sintieron, que amaron, que hicieron, que soñaron, y un día, uno de tantos, murieron. Solo se muere definitivamente cuando no hay recuerda, les recuerda.
Quién recuerda a esos viejos maestros de antaño, a esos viejos profesores que guiaron los pasos, las letras de nuestros abuelos, nuestros padres, trajeron la luz de la cultura frente a la ignorancia y la pobreza. Quién se acuerda de aquellos médicos de aldea que nunca cobraron un real o un peso, quién de aquellos sacerdotes que llevaron aires e ilusiones nuevas a no pocos pueblos de montaña.
Quién a aquellos hombres y mujeres de campo y de mar con la sabiduría del tiempo y las manos encallecidas, pero siempre con una sonrisa y un ánimo presente. Quién aquellos hombres solidarios que levantaron barrios, calles y pequeñas ciudades. Aquellos que llevaron la luz en los años treinta a pueblos del Caurel, de Lóuzara y de tantos y tantos sitios.
Y sin embargo cómo se olvidan. Nadie quiere recuperar esa memoria. La de los nuestros, la de antepasados de sangre y no sangre que vivieron y sufrieron calamidades, que sonrieron y lloraron, pero que eran inmensamente más humanos y solidarios que lo que hoy somos y sentimos. Se llenan las plazas, calles y avenidas o rondas de nuestras ciudades de nombres extraños, ajenos a nuestra sociedad próxima, con sus motivos y razones por supuestos para dedicarles tal homenaje, para también caben los nuestros. Aquellos que construyeron una Galicia probablemente mejor y más honesta que la que hoy construimos nosotros. Que crearon familias con enormes dificultades, pero creyeron en esa Galicia con más ilusión que nosotros. Que escribieron, que pintaron, que esculpieron, que soñaron, que echaron redes y simientes en mares y campos que hoy transitamos nosotros.
No cuesta nada buscar y ensalzar esa memoria, a nosa memoria, la de los nuestros. Los que fueron causa y motivo de que estemos hoy en una tierra y un país que tendremos y tenemos que legar.
Hace tiempo que José Luis Teófilo reclama, busca, despierta esa memoria. Nos la regala, nos la hace imagen a través de sus libros. Una imagen de un tiempo que nos pertenece también, que fue de los nuestros. Los que antes, y otros antes que ellos, construyeron vidas y casas, hogares y sueños que solo la intempestividad del tiempo ha borrado, pero también la ingratitud de los que no quieren recordar. Recordándoles nos brindamos a nosotros mismos el mejor homenaje. Somos seres para el recuerdo y el presente, porque el pasado sin memoria solo es olvido, siempre olvido.

Nuestra memoria

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