Cifuentes se crece

El paso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, por la comisión investigadora de la corrupción, creada en el marco de la Asamblea de la Comunidad, ha debido ser frustrante para sus enemigos.
Los que dieron la cara en el transcurso de la sesión celebrada el pasado jueves y los que se ocultaron tras la interesada filtración parcial de un informe de la UCO (Guardia Civil) que cuestionaba la conducta de Cristina Cifuentes.
Debió ser frustrante, digo, porque la presidenta, a mi juicio, ha salido crecida de dicha comparecencia. Estuvo sobrada de recursos sobre la legalidad de su participación en los procesos de adjudicación de dos concurso públicos (2009 y 2011) favorables a la empresa hostelera Cantoblanco. Para la prestación de servicios de cafetería y restaurante en las instalaciones de la Asamblea de Madrid.
El estigma de la citada empresa era el de sus aportaciones a la financiación del Partido Popular por valor de 160.000 euros.
Y el reproche a Cifuentes consistía en un posible trato de favor a dicha empresa, supuestamente perpetrado en la incompatibilidad regulada en la ley de Contratos del Estado: un servidor público no puede formar parte al mismo tiempo de la instancia proponente y la instancia adjudicataria del servicio a contratar.
Pero lo cierto es que resultaron fallidos o escasamente acreditados los argumentos esgrimidos por los portavoces de la oposición.
El resultado es que la figura de Cristina Cifuentes se consolida como baluarte del Partido Popular contra la corrupción, aún llevándose por delante a compañeros de partido. Algo sin precedentes en la clase política española. Es lo que ocurrió en el caso Lezo, cuyo origen está en la puesta a disposición del fiscal de ciertos documentos facilitados por la presidenta madrileña.
Por cierto, que la Audiencia Nacional ha confirmado la prisión incondicional del principal implicado, Ignacio González, antecesor de Cifuentes en la presidencia de la Comunidad.
Cifuentes no forma parte de la ropa sucia que se acumula en la lavadora de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y líder del PP. Más aún, va camino de convertirse en icono de la “corrupción cero” en la vida pública, mientras se siguen acumulando casos vinculados a las siglas del partido en el poder.
Ahora se espera con expectación la cita judicial que Rajoy tiene el 26 de julio, ante la Audiencia Nacional en vivo y en directo, para testificar sobre el caso Gürtel. Frente a quienes lo ven como un ataque a la imagen del presidente en modo “pena de telediario”, el propio Rajoy dice que debe verse con normalidad y se ofrece a colaborar con la Justicia. Es lo que se espera de un gobernante. Y es lo que ha servido a Cifuentes para hacer de la necesidad virtud y salir reforzada de la prueba en sede parlamentaria. ¿Ocurrirá lo mismo con el presidente del Gobierno en sede judicial?

Cifuentes se crece

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