Señas de identidad

Del discreto encuentro de Sánchez con Iglesias, el martes por la tarde, no me quedo con su alineamiento en la “preocupación frente a la amenaza terrorista”, incluida su común disposición a colaborar con Moncloa en ese asunto.
Tampoco me llaman la atención los matices diferenciales entre socialistas y podemitas ante el desafío soberanista en Cataluña. No permiten pasar del inocuo compromiso de “abrir espacios de diálogo entre todos los actores”, aunque en Ferraz consideren un mérito de Sánchez haber conseguido el apoyo de Iglesias, después de haber logrado el de Rajoy, a la reciente iniciativa socialista para crear una comisión parlamentaria que revise y modifique el modelo territorial del Estado.
El apoyo del PSOE al Gobierno frente a terrorismo y separatismo, las dos amenazas más claras que hoy por hoy se ciernen sobre España, se da por descontado. No puede ser de otra manera al tratarse como se trata del pilar izquierdo del sistema y de un partido que quiere volver a gobernar.
Lo que realmente se viene echando de menos en el PSOE es el reencuentro consigo mismo. Con sus históricas señas de identidad, que nada tienen que ver con cuestiones identitarias o estúpidos debates palabreros sobre conceptos jurídicos indeterminados (nación, patria, España plurinacional, nación de naciones, etcétera).
De la discreta cita de los dos líderes de la izquierda (“Debemos normalizar el hecho de que los políticos hablemos tanto en público como en privado”, dice Pedro Sánchez), me quedo con el epígrafe referido al aumento de la desigualdad entre los españoles como consecuencia directa de la vigente política económica. Esa que se autocondecora por remontar la crisis mediante el crecimiento y la creación de empleo.
Dice la referencia oficial del PSOE al citado encuentro de las dos principales figuras de la izquierda española: “Estamos de acuerdo en colaborar y construir alternativas a la ineficiente e injusta política económica del Gobierno”. Bingo.
Si la cacareada podemización de Sánchez responde a la remada conjunta para revisar y modificar en su caso un modelo de recuperación basado en la temporalidad, la precariedad, la devaluación salarial, el despido fácil y la recortada capacidad negociadora de los trabajadores, bienvenida sea esa “colaboración político-parlamentaria de nuestras formaciones” de la que habla el comunicado de Ferraz que el miércoles por la mañana daba cuenta del encuentro Sánchez-Iglesias del día anterior.
Pero si esa colaboración se queda en los recurrentes fogonazos mediáticos sobre la prisa por echar a Rajoy “lo antes posible”, como dicen los dirigentes de Podemos, el PSOE volverá a alimentar la desorientación de sus militantes y la deserción de sus electores.

Señas de identidad

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