PSOE, deriva de acantilado

El PSOE que salga de las primarias, sea quien sea el ganador, va a ser un partido roto. De difícil costura si es que alguien quiere en verdad coserlo. Si hay algo claro, amén de lo indeciso de la pugna, es que no habrá mayoría clara, aunque en sus normas está que gana el que más votos saca aunque sea un puñado (o sea, lo que repudian cuando se trata de gobiernos municipales, autonómicos y nacionales). Así ganó Sánchez la vez anterior y, eso parece bastante probable que sucederá en esta ocasión. Y todo indica que de la manera más ajustada. Nadie representará, parece, ni siquiera a la mitad más uno de los militantes que hayan votado. Y cuando se haga el reparto por territorios es cuando, encima, la división asomara aún más en su total crudeza.
En la situación por la que atraviesa el PP, una vez más golpeado por un ensordecedor caso de corrupción y con una endeble posición parlamentaria, un PSOE con un liderato potente y fiable tendría la posibilidad de avanzar como alternativa a conseguir la victoria electoral y formar el próximo gobierno. Algo que se supone que es la “fórmula natural” para gobernar: ganar las elecciones como paso previo para ocupar la Moncloa y no al revés, perderlas y cada vez por más. La última de Sánchez por 53 escaños, más de un 10% y 2,5 millones de votos de distancia. Que esa es la razón obvia, pero contumazmente ocultada por la que es Rajoy quien gobierne y no quien consiguió destrozar por segunda vez en seis meses el suelo electoral socialista. Un dato, como el mismo definió, histórico. Dos veces por falta de una. Pretender gobernar así, encamándose con Podemos y los separatistas era un gobierno monstruo. Frankestein le llamo su propio compañero Rubalcaba.
El próximo día 21 también puede ser histórico el drama y concluir en tragedia final y destructiva de toda una sigla. Si echarle un pespunte al roto ya es difícil, aún es peor cuando no se tiene la más mínima voluntad de hacerlo. Y hay muestras en el PSOE que algunos no las tienen en absoluto. Cuando se produjo la explosión interna allá por octubre escribí, y me reitero, que España, por fortuna, se había librado de Sánchez pero que no sabía si el PSOE lograría hacerlo. Y creo que ahí sigue. Que no se libra de él tanto si gana como si pierde. Porque si gana el cataclismo del PSOE va a ser de infarto y si pierde ya ha dicho que el sigue a lo suyo. Porque lo trascendental y lo que parece que no quiere tener en cuenta es que por muchas trampas que se haga al solitario, por mucha encuesta de encargo y traje a la medida, por mucha fervorina militante, sus test en las urnas han sido desastrosos y eso sin contar con lo sucedido en su propia carne y circunscripción, Madrid donde una vez quedó el cuarto y otra el tercero.
En el debate demostró que si para un mitin aún vale, en cuanto tiene réplica hace agua por todos lados. Es pura carcasa y cuatro consignas. Patxi, el mejor en fondo, y Susana, mordaz y rápida, lo dejaron en cueros vivos. Como colmo fue a poner un ejemplo y no se sabía ni el nombre. O era Mario Soares o era Antonio Costa. A su presunto Antonio Soares ni esta ni se le conoce en el Portugal vecino.

PSOE, deriva de acantilado

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