José Fonte, en Arte Imagen

José Fonte (Penacova, Portugal, 1965), que se formó en la ARCA-EUAC de Coimbra, ciudad donde actualmente es profesor de Artes en el colegio Bissaya Barreto, ofrece en la galería Arte Imagen “100(cem) passos sem passos”, una muestra en la que busca transmitir el sentido cíclico de la vida y las continuas metamorfosis y transformaciones a las que todo está sujeto. Nos habla, por lo tanto, del tiempo, pero, a la vez y paradójicamente de la inmovilidad o, más bien, de como el cuadro se convierte en receptáculo o campo simbólico para apresar la memoria o para elevar una oda a los espacios y las materias que forman parte de nuestros recuerdos, tratando de algún modo de eternizarlos.
Títulos como “In the box”, “In my house” o “My bag” dejan claro que las imágenes que afloran a sus obras se nutren de un bagaje en el que entra toda una poética de las evocaciones, algunas lejanas, otras próximas; algunas que pertenecen al colectivo de su país y de nuestra época, otras que son personales.
Y todas ellas son vivencias de un imaginario de ricas coloraciones que se expresa con manchas, con signos, con números, con letras, con collages de telas y cartones; pero, sobre todo, con un cromatismo vibrante y bien atemperado, en el que los tonos dorados viajan junto a nubosidades azul turquesa o se abren brechas de intenso cobalto entre claros ocres y amarillos o el rojo carmín siente sobre sí un diluvio de trazos anaranjados y de letras y de números nacidos de un sosegado fondo gris celeste.
Un cuadro es, asimismo, para José Fonte, una ventana abierta en la pared, una unión entre lo opaco y lo duro y entre lo luminoso y fluido, como reza el título Near the window on the wall; en otras palabras, es el trazo de la mano que dispone planos coloreados o derrama pintura la que abre “ventanas” en lo inerte y el que hace hablar a la blanca mudez del muro. Otras veces es un saco de café, con sus títulos de embalaje, sus fechas y numeraciones, como el que titula “50000919 Paths”, el que rememora viajes y caminos de ultramares, a la vez que deviene atinado soporte para dibujar blancos símbolos peatonales o pasos que evocan los códigos de circulación de nuestras ciudades.
Toda la obra de Fonte se mueve en el terreno de las sugerencias abiertas, por medio de un lenguaje que bebe de las fuentes del tachismo, de la pintura matérica (Antoni Tapies entre sus admirados), de la abstracción geométrica y sobre todo de la abstracción lírica que busca una armonía de los ritmos compositivos, lo mismo que la música y la poesía.
El crítico portugués Telo de Morais, gran conocedor de su obra, le reconoce una raíz telúrica, que le viene de su lugar de nacimiento junto al río Mondego, lo que, unido unida a una fértil imaginación y una gran cultura, da como resultado una pintura llena de matices y de refinada sensibilidad plástica, también de reflexión profunda. Así, sus 100(cien) pasos son el alfa y el omegade la vida –como él señala– o el principio y fin del eterno retorno.

José Fonte, en Arte Imagen

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