VI Encuentro Alfara-Fundación CIEC

El Centro Internacional de la Estampa Contemporánea (CIEC) de Betanzos ofrece la muestra de grabado de los artistas participantes en los encuentros que Dulce Pérez, directora de la galería Alfara de Oviedo, organiza en sus talleres de la Encina de San Silvestre (Salamanca), los cuales organiza en estrecha colaboración con la Fundación CIEC. Es esta su sexta edición y en ella ha participado también la Facultad de Bellas Artes de Altea, lo cual sirve para corroborar que el CIEC es una institución no sólo ejemplar en el terreno del grabado, sino abierta a todas las latitudes.
Trece son los grabadores que exponen: cinco de Alfara, seis del CIEC y dos de Altea y trece son también los lenguajes y técnicas empleados. Así, con la xilografía “Iconos de carretera”, Berni Puig ofrece un simbólico cruce de caminos, en abstracción geométrica. El aguafuerte al azúcar de María Arce indaga en el minímal, con su serie de nueve manchas que recuerdan ampliaciones de microscopio. Evocación de un entorno paradisíaco es la litografía “El Prado” de Mikel Ruiz Pejenaute. Rosalía Verbeek Fariña convierte el entorno de Alfara en un espacio lúdico, en el que conviven árboles, animales y seres humanos. Puro grafismo de pizarra negra o de muro es la xilografía “La textura del verso”, de Lucía Moya.
A la magia de los cuentos de hadas y del bosque nos remite el aguafuerte de Rut Zabala. El linograbado “ Otro baño”, de Paula Valdeón deja suspensas en su ceremonia de soledad a dos jóvenes desnudas. La xilografía “Caminos de Olvido” de Olaya Valdés habla de los entresijos neuronales, de sus entrecruzamientos y sus cortes. Ante el arquetipo casa-cueva, rodeada de vacío y soledad, nos deja el huecograbado de Nadia Brito. Lucas Salinas opone la piel del mundo, hecha de una amalgama de cosas variopintas: relojes, humanos, máquinas, casas de madera... a la piel de la serpiente y al grafismo de la madera; un modo de mostrar la sencillez del diseño natural frente a la complejidad del mundo fabricado por la humanidad. Gran círculo esférico con un rectángulo rayado encima, le sirve a Alejandro Padrón para definir el “Horizonte” o el lugar de encuentro entre la razón geométrica y la inmensidad astral.
Un cuadrado dividido en 16 casillas con otras tantas contorsiones de un cuerpo humano en negro es la propuesta del collagraph de Sebastián Chisari, la lección del movimiento imparable. “La caja de cartón. Otra mudanza”, de Alejandro Moltó presenta, en una secuencia de cuatro casillas, el desplazamiento de un bulto sobre el hombro de una persona, hablando quizá de uno de los habituales dramas de nuestro tiempo: la inestabilidad a la que se ven sometidos los jóvenes de hoy. Se dijera que estas trece visiones son síntomas de este mundo mudable y líquido que vivimos, trece fragmentos de un sentir generacional cuya cosmovisión está por definirse.

VI Encuentro Alfara-Fundación CIEC

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