Abrazados al abismo

Les da igual el TSJC, el Supremo, la certeza de que van hacia ninguna parte. Los dirigentes secesionistas de Cataluña se han abrazado al abismo. Precipitan los acontecimientos y los pulsos. Hablan de un diálogo imposible porque de secesión ningún Gobierno puede pactar. Nada se puede acordar sobre una premisa inconstitucional. Eso de “colocar las urnas” no es más que un referéndum de autodeterminación no previsto en ninguna Constitución. De la inhabilitación de Mas hacen un martirologio y Homs dice que lo que se juzga es el ejercicio de la democracia. Se ha juzgado una clara desobediencia. Si en el Código Penal estuviera contemplada la figura de la soberbia, también hubieran sido condenados por ello.
El último hito ha sido el hacer caso omiso de las advertencias de sus equipos jurídicos. Estos han avisado de la ilegalidad de los presupuestos en los que se incluye una partida para la consulta de independencia. Les ha dado igual y ahí están, en pleno desafío a sus propias instituciones. Pero se equivocan y lo saben. Tensan la cuerda hasta los límites del ridículo y se saltan la ley a su antojo. Saben que caminan hacia el abismo, pero si paran se tienen que ir y por ello llegarán hasta el límite. Trotan hacia él, pero una seguridad deben tener y debemos tener todos y es que con un Estado no se juega. En Moncloa tienen todo un mural de hipótesis con las correspondientes respuestas todas ellas bien medidas, ajustadas a la legalidad y que el Gobierno está dispuesto a poner en práctica si los dirigentes secesionistas no son capaces de pararse a reflexionar.
El presidente va a viajar a Cataluña. Lo va a hacer en dos ocasiones. Va a hablar de infraestructuras, cosa que está muy bien porque Cataluña y las necesidades de los catalanes entran dentro de sus obligaciones. Sin embargo, nadie debe esperar que de estos gestos y otros muchos se va a modificar el ritmo de los acontecimientos. Nada ha saciado los afanes independentistas. En su vocación de su insatisfacción permanente nunca cierran el futuro. Siempre encuentran motivos para la frustración, para la reivindicación aun cuando esta conduzca al abismo, todo ello envuelto en una liturgia que manejan como nadie. Mas llego a hablar de los “heridos en la batalla” a los que no hay “que abandonar”.
Es verdad que el secesionismo catalán se ha convertido en un problema político, pero sería un error que el mismo supusiera un problema mayor para los que acatan la ley que para quienes se la saltan a la torera. El problema del secesionismo es el gran problema, debe ser el gran problema de quienes agitan ese fantasma, y no de aquellos que defiende los principios constitucionales. No conviene adelantar acontecimientos y menos fijar plazos, pero todo apunta a que los dirigentes secesionistas están buscando el choque frontal y si quieren choque, lo habrá. Hacer cumplir la ley a aquellos que por responsabilidad institucional tienen especial obligación de acatamiento no debe abordarse como un drama y, mucho menos, debe provocar temor alguno.
Y en medio de este abrazo al abismo, el inhabilitado Homs ha anunciado su recurso al Constitucional. ¡Qué paradoja! Busca la protección del tribunal al que no conceden legitimidad. Si por una casualidad al Gobierno le temblaran las piernas, cosa nada previsible cuando a Rajoy no le tiembla ni la ceja, el Estado, que es más que cualquier Gobierno, se quebraría. No va a ocurrir. El Estado es mucho Estado y si algo no soporta son las bromas de unos secesionistas de ultima hora cuya irresponsabilidad se estudiará en los libros de Historia.

Abrazados al abismo

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