Adversidades y adversarios

Si la vida fuese un camino de rosas, no existirían los peligros, riesgos, desgracias y adversidades; pero la vida, por el contrario, es una carrera de obstáculos que discurre salvando escollos y superando dificultades.
Para enfrentarse a la adversidad es necesario el valor, o sea, la energía y el estado de ánimo necesarios para no caer en la resignación ni rendirse al prejuicio de la incapacidad de vencerla.
Siempre se ha dicho que el valor se demuestra en las adversidades y que, cuanto mayor sea la dificultad de superarlas, mayor será el mérito de la acción por conseguirlo.
Dicho lo anterior, interesa subrayar que, con independencia de las adversidades naturales, que son ajenas a nuestra voluntad, la condición de seres racionales nos obliga a luchar contra las adversidades sociales y políticas en las que la acción humana tiene una participación decisiva.
Si en la vida económica, social y política no existieran situaciones y actitudes discrepantes, con criterios diversos y propuestas diferente; en una palabra, si no hubiera “adversarios”, dejaría de existir el pluralismo y caeríamos en el dogmatismo o pensamiento único. Precisamente, le esencia del pluralismo y de las sociedades abiertas y libres, consiste en la divergencia y la aceptación del “adversario” como colaborador necesario del sistema democrático.
Los conceptos de “enemigo” y “adversario” son, por su naturaleza y significado, antagónicos y excluyentes. El enemigo busca eliminar al contrario pues no distingue entre contrario y adversario; el adversario, en cambio, necesita de su oponente para “atraerlo a su causa”, es decir, para convencerlo antes que vencerlo o destruirlo.
No es una lucha existencial, sino ideológica o de ideas, en la que el debate y la discusión entre distintos enfoques o puntos de vista son esenciales.
Enemigo es un término bélico que implica lucha y enfrentamiento reflejado en la disyuntiva “o tú o yo” frente a la alternativa del “tanto tú como yo” en igualdad de condiciones y con el propósito de que sobre la discordia prevalezca la comprensión y el acuerdo.
Las anteriores consideraciones chocan abiertamente con la tesis de Carl Schmitt que defendía el binomio amigo-enemigo como el eje principal y constitutivo de la acción política. Finalmente, y como observación fácil de comprobar, “en las prosperidades nuestros amigos nos conocen; en las adversidades, nosotros conocemos a nuestros amigos”.

Adversidades y adversarios

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