Fuego amigo

Amén de su torpeza a la hora de relatar el origen de las cuentas que su familia tenía en enclaves conocidos como paraísos fiscales, hoy sabemos que la caída política de José Manuel Soria fue propiciada por el “fuego amigo”. 
Soria renunció a su encomienda de ministro de Industria, Comercio y Turismo presionado por la opinión publicada acerca de la existencia de esas cuentas. Lo que no fue revelado en su día -el origen de la filtración que alertó acerca de una de las cuentas- ha trascendido estos días que podía haber tenido origen en el Ministerio de Hacienda. 
Publicado está la mala relación de Soria con su colega de Gabinete Cristóbal Montoro y cómo a éste se le atribuye el haber informado al presidente Rajoy acerca de una antigua cuenta en Suiza cuya titular habría sido la madre del ministro canario. 
Aunque en los días en los que estalló el escándalo dicha cuenta estaba cancelada parece ser que la posibilidad de que el hecho trascendiera –lo que habría obligado a Soria a dar explicaciones en el Congreso– fue determinante a la hora de renunciar a la cartera ministerial. 
Soria era amigo de Mariano Rajoy (nada induce a pensar que no lo siga siendo), pero su situación se hizo insostenible. Hoy sabemos que aquella renuncia privó al presidente del Gobierno de un candidato a la secretaría general del PP.
A propósito del “fuego amigo”, Pío Cabanillas que fue ministro con Adolfo Suárez y cultivaba con éxito la más fina de las ironías galaicas dejó dicho una frase memorable que resume la cuestión de fondo de las luchas internas entre compañeros de viaje, de ambiciones y de partido: “¡Al suelo que vienen los nuestros!”. Eso es lo que le pasó a Soria. Y que a juzgar por la temperatura política del momento también le puede pasar al reprobado Cristóbal Montoro. Que lleguen los suyos.  

 

Fuego amigo

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