Debates ideológicos en los partidos

Los congresos de los partidos consisten más bien en una confrontación de poderes e influencias dentro de la propia formación, y en una muestra de fuerza de cara a la galería, que en un reajuste de programas e ideologías. Son, más bien, rearmes ante la que se les pueda venir encima a sus aparatos que actos de reflexión. Con todo, y resaltando el clima de frivolidad en el que suelen celebrarse estos congresos/asambleas, tengo claro que el PP tratará de desembarazarse de adherencias excesivamente a la derecha, pese a que su militancia es más conservadora que la mayor parte de sus dirigentes y quisiera mantener el humanismo cristiano en la denominación oficial; las polémicas en torno a la ponencias de la maternidad subrogada, como antes la de la extensión del aborto, o los matrimonios homosexuales, muestran cuánto les cuesta en el PP cambiar sus tradicionales pautas. Con todo, en el PP tienen un sólido anclaje internacional y representan los valores conservadores y maduros en términos generales, aun dejando un espacio a su derecha para la formación futura de algún grupúsculo que les reste unos miles de votos.
También en Ciudadanos, que es el partido que primero celebrará su congreso, hay bastante movimiento ideológico de fondo, aunque se evidencia poco al observador a primera vista. Especialmente, porque la formación de Albert Rivera se descatalaniza, pasando a ser un partido de ámbito estatal, con todo lo que ello  supone, y también porque abandona cualquier pretensión socialdemócrata: “somos liberal-demócratas”, se dirá, más o menos, en el cónclave, donde Rivera quiere equipararse a Macron, a Trudeau o, claro, al belga Verhofstadt, líder de los Liberales y Demócratas por Europa. No hay apenas trasvase de los desencantados del PSOE hacia Ciudadanos; tampoco del PP, aunque sí de jóvenes que se incorporan a la vida política.
Pero donde verdaderamente empiezan las dificultades es el debate ideológico de la izquierda. El PSOE ha renunciado hasta a valorar oficialmente los resultados de las primarias del socialismo francés; es un barco a la deriva en busca de timonel y dependerá de quién sea el líder el sesgo ideológico que se dé al partido que Pablo Iglesias (Posse) fundó en 1879. El partido más histórico de España es el último que celebrará su congreso, en junio. Para entonces que haber aclarado todo, o mucho, en relación de hacia dónde va el que aún es el segundo emporio partidario de España.
Y luego está Podemos. Pablo Iglesias, con sus tesis frentistas, fue la solución a la hora de crear este partido, y ahora puede que sea el problema, al menos frente a las tesis más transversales de su ya rival Errejón. La verdad es que Podemos se ha convertido en una máquina de lucha por el poder, de tacticismos, de candidaturas de novias, amigos y compañeros de facultad: será la nueva política, pero es muy poco profesional. Y, desde luego, anula lo que podría ser una auténtica oportunidad para debatir, en este Vistalegre II, lo que debería ser una auténtica política de izquierdas a la española, aquí y ahora. Pero parece que tampoco en el partido que nació como más ideologizado prima ya la ideología: ¿cuál es el modelo europeo de Podemos?
Pues eso: ¿son las formaciones españolas líderes, modelos, para Europa? Cada vez menos. Y cada vez menos también son referentes para los ciudadanos a los que dicen representar; ni siquiera se han atrevido a plantarle cara a lo que Donald Trump ya evidencia...

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