Españoles y franceses

Hasta rato a los franceses nos iban a hacer cosas como las que os hacen a vosotros, que lo aguantáis todo. Es una frase que me repite una familiar, casada con un francés y que ha dado ya en considerarse más ciudadana del país vecino que española. Hace un día me llamó para preguntarme, o más bien increparme: “pero ¿cómo toleráis que un señor que ha ganado en unas primarias tan importantes como las del PSOE lleve 48 horas sin dar una rueda de prensa para explicar qué es lo que va a hacer, si se va a acercar a Podemos, si va a seguir con el ‘no y no’ o qué?”. Sonaba indignada; más hispana que gala, me pareció. Más o menos como cuando me telefonea para inquirir “cómo es posible que Rajoy vaya a declarar por plasma por lo de la Gürtel y no dé la cara, y allí todos calladitos”. Y no digamos ya nada de sus telefonazos cuando acierta a escuchar, o ver, vía Internet, alguna tertulia con mis colegas: “¿Qué clase de periodistas sois vosotros? Tendrías que ver cómo son los debates aquí, en Francia”.
Le he explicado muchas veces que sí, que sigo también los debates periodísticos y las entrevistas políticas en las televisiones francesas, y que soy consciente de que no es lo mismo Macron que Rajoy (ni que Rivera, aunque se parezcan algo más), aunque añado que la situación entre los socialistas franceses tiene no pocas concomitancias con la del PSOE. “Y, además”, añado para desconcertar a mi querida interlocutora, “allí tenéis a Le Pen, por un lado, y a Melenchon, por el otro; nosotros no tenemos más ultras que las dos docenas que se manifiestan con banderas de Falange cuando va a dar una conferencia Puigdemont y, desde luego, no irás a compararme al triste de Melenchon con Pablo Iglesias, que es un tipo que nos causa mucha diversión y jolgorio”. Ahí ya no puede replicarme.
Lo que sí nos tomamos en serio mi interlocutora parisina y yo es lo de las diferencias mediáticas. Le reconozco que aquí es posible que unas señores que quieren independizarse de España preparen en secreto una ley de desconexión, que lleva implícita una censura pura y dura a los periodistas disidentes, y no pase nada. Nadie protesta. Como cuando hacen ruedas de prensa sin preguntas, suprema contradicción. Y admito que el ganador de las primarias tiene tal enfrentamiento con los medios que hasta se resiste a empezar su nueva/vieja carrera reuniéndose con ellos, mientras ella, entonces, me dice que “ese señor parece, por lo tanto, Trump con el ‘New York Times’; pues que sepa que será el ‘Times’ el que logre el impeachment de Trump”.
Hace un par de días, con voz muy seria, me soltó una parrafada: “lo que tenéis que imponer es que os tomen en serio, que no os toreen como hacen los de Podemos con quienes se dejan, o los del PP con todos, o Pedro Sánchez con casi todos; y, de paso, tenéis que tomaros en serio a vosotros mismos, que hay que ver la de espectáculos que estáis dando”. Una vez más, le di la razón silenciosamente. Y seguí, en secreto, envidiando un poco a Francia. Y nuestro Macron, ¿cuándo llegará?

Españoles y franceses

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