La grada

Me decía ayer un aficionado: “Ven cos cambios feitos da casa”, se refería al primer cambio que el equipo de Luisito hacía cuando retiraba del campo a Eneko para dar entrada a Alex González. Mi compañero de butaca en Pasarón, al cual no conocía de nada, me decía que era una sustitución habitual en el Pontevedra. El cambio efectuado por el entrenador granate obedecía a una cuestión táctica, venía de cambiar el sistema de juego tras el descanso y necesitaba jugadores para tener el desborde por banda del que habían adolecido en la primera parte.
Este simple comentario realizado por mi vecino de asiento es algo habitual en cualquier campo del mundo, sea en la categoría que sea. Se suele decir equivocadamente que de fútbol sabe todo el mundo, es mentira, a lo sumo podríamos decir que de fútbol opina todo el mundo, faltaría más, estamos en un país donde la libertad de expresión es un derecho que nos corresponde a todos. El entrenador es el único que tiene el privilegio de poder tomar decisiones en función de lo que ve en el campo y de lo que sucede durante la semana de entrenamientos, éste es el dato que no poseen los aficionados a la hora de criticar decisiones tomadas por el míster de turno.
El fútbol tiene la capacidad para sacar de la gente lo mejor y lo peor en función de las sensaciones que experimenta con su equipo, desde un insulto por un pase fallado hasta el éxtasis que provoca un gol marcado en el descuento segundos después.
La grada es así, un volcán en erupción, que se lo digan a Berizzo...hace dos años se jugaba su puesto contra el Córdoba en Balaídos después de una racha de diez partidos sin ganar, ganó su equipo aquel día y el resto de la historia ya la saben, o no, porque aún se está escribiendo.

La grada

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