Días de radio

Hace unas pocas lunas, mejor sería decir amaneceres lluviosos, Carlos Herrera, desde mi muy querida casa que lo fue durante muchas temporadas, la COPE, me ha hecho revivir años de mi profesión como periodista y radiofonista. Durante una buena parte de la mañana mantuvo una interesante conversación con tres hombres a los que se debe el cambio posicional, de contenidos y aceptación de la Radio en España. Luis del Olmo, el precursor, el pionero de lo que llamamos los programas longaniza por su extensión horaria y amplios contenidos; Iñaki Gabilondo, la esencia hecha información en la radio, y José María García, que colocó la información deportiva en el primer lugar que ahora tiene en todas las parrillas radiofónicas. Con los tres, lo mismo que con Carlos Herrera, he trabajado, me he divertido y aprendí mucho para después ponerlo en práctica en los medios radiofónicos en los que trabajé y llegué a dirigir.
Estas vivencias en las ondas hertzianas me trasportaron a los finales de los años 60 del siglo pasado y a las décadas de los 80 y 90 en las que se produjo la gran transformación de la radio a través de la liberalización de la información que era patrimonio de Radio Nacional. A mi memoria vuelven programas como “Operación Noche” y “Tensión 120”, dirigidos y presentados por Esteban Plaza el hombre que pudo llegar a ser todo lo que hubiese querido en la radio a nivel nacional, pero que prefirió quedarse en su Ourense natal para combinar micrófono y publicidad. De aquellas épocas recuerdo con gran cariño, satisfacción y el sabor agradable de hacer bien la cosas con total falta de medios técnicos, “Galicia de Noite”, la radio revista de información diaria de algo más de dos horas que puso en antena en COPE Xerardo Rodríguez. Ese gran camaleón de las ondas que supo compaginar perfectamente periodismo escrito, con radio y televisión y que ahora se ha sumergido en el mundo de las redes sociales con el mismo éxito. Estos dos ourensanos marcaron mi vida profesional que está a punto de cumplir medio siglo de ejercicio ininterrumpido.
No puedo olvidarme de otros grandes hombres que desde su magisterio de la dirección marcaron mi rumbo en esta vida de contar hechos informativos. En la prensa Ramón Luis Acuña, y en las ondas el sacerdote Pedro Gómez Antón, mi primer director; Daniel Hortas, que a su gran altura unía su humanidad y gran magisterio de la radio; José Andrés Hernández Vicente, que me dio todo tipo de libertades para hacer radio y me llevó nuevamente al seno de las ondas populares de la mano del padre José Luís Gago, un gran avanzado para la radio de su tiempo.
¿Cómo veo la radio del futuro? Es muy difícil de predecir. No tengo dudas de que los oyentes seguirán sintonizando emisoras. A mi particularmente me gustaría que la radio fuera menos tertulias –estoy muy cansado de los radiopredicadores que saben de todo–, menos política y más humor; más información contada y no tan encorsetada en los sistemas tradicionales; mucha información de viajes y más entretenimiento. Sin duda será la radio que quiera la propia sociedad.

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