Maestro de la confusión

El humorista Fernando Quesada dejó viñetas inolvidables. En una de ellas, enmarcada en el contexto de una pelea físico-dialéctica, el paisano de la boina sentenciaba: “Eu non son rencoroso, pero o que mas fai, págamas”.
Pedro Sánchez parece haberse reencarnado en aquel paisano. El líder del Partido Socialista regresó triunfador y con ganas de vengarse de los que considera traidores: el Comité Federal que provocó su dimisión, los colaboradores que le abandonaron y los que no apoyaron su aventura de reconquista de la secretaría general.
Ahora, los aparta a todos. En lugar de cautivar a los discrepantes para sumar, aunando voluntades, prefiere seguir el manual del personaje de Quesada, “o que mas fai, págamas”, y divide más aún al socialismo, que ya está muy fracturado, también en Galicia. Esa imagen de dirigente vindicativo no genera ilusión y confianza, ni avala su capacidad de liderazgo para dirigir al partido y conquistar el poder.
Así actúa en Ferraz. Y fuera del despacho, ¿qué decir de su actuación? Una leyenda urbana cuenta que cuando Harry S. Truman enviaba un embajador a una misión delicada le decía “si no puedes convencerlos, confúndelos”. Pedro Sánchez en los días que lleva en la dirección del primer partido de la oposición está poniendo en práctica el consejo del presidente americano y confunde a todos.
Confunde y desconcierta a muchos conmilitones y a ciudadanos moderados por el giro a la izquierda radical que está imponiendo en un partido que gobernó desde el centro izquierda; confunde con la plurinacionalidad –Galicia ya es una nación, dice Pilar Cancela, presidenta de la gestora gallega–; confunde su posición cambiante frente al Tratado Económico y Comercial entre la UE y Canadá; y vuelve a confundir por su obsesión de llegar a la Moncloa sin más programa alternativo para gobernar que echar a Rajoy.
De sus decisiones se concluye que es un dirigente inconsistente, falto de criterio propio, y cambiante según de dónde sople el viento. Un maestro de la confusión al frente de un grupo de políticos de perfil bajo, muchos ayunos de estudios y de cotización previa a la Seguridad Social.
“Somos la izquierda”, fue el lema que eligió para el Congreso. El comisario europeo de Economía le recordó que un eslogan no es un programa: “hay que conciliar ser de izquierdas con ser creíble como alternativa”. Moscovici sabe que la venganza e inconsistencia no dan credibilidad, son señal de incompetencia. Una pena, porque España necesita un socialismo fuerte.

Maestro de la confusión

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