Fidel, el hijo de un gallego

Ante una figura histórica tan controvertida como Fidel Castro, el maestro de periodistas Miguel Ángel Bastenier concluye que “explorar el personaje es lo que vale”, más allá de decirle al lector si Fidel era mejor o peor, cuando seguro que tiene ya su juicio formado. No es mal consejo, pero tampoco incompatible con buscar algún mínimo común denominador entre quienes le aman y quienes le odian, que bien pudiera ser su condición de dirigente jamás ignorado y de líder carismático.
Fraga, el político español que trató más a fondo a Fidel, me confesó que su pragmatismo con respecto a Cuba se lo había inspirado el empresario Eduardo Barreiros, gallego como él y en parte también como Fidel, cuyo padre era de un pueblo de Lugo que un buen día emigró a Cuba desde A Coruña. Por eso mismo vino Fidel Castro a Galicia, invitado por Fraga en su etapa de presidente de la Xunta.
Fraga había conocido a Barreiros en La Habana, donde el ourensano había firmado un contrato con el Gobierno para realizar un plan de desarrollo de la automoción de Cuba. La cosa no terminó bien del todo, debido a la crisis soviética, pero Barreiros contribuyó a que algunos cubanos no viajasen solo en bicicleta. Barreiros lo tenía claro: si iba a visitar a Fidel se pasaba horas hablando, sin resultado alguno, pero si se reunía con Raúl la cosa cambiaba, ya que en cuestión de minutos cerraba acuerdos prácticos. Lo pasaba bien con Fidel y arreglaba las cosas de comer con Raúl.
Pero como no solo de pragmatismo vive el hombre, Fraga también cayó en la red dialéctica de Fidel, con quien una noche terminó como el rosario de la aurora, tras intentar convencerle de que democratizase Cuba. Tanto se cabreó Fidel que se levantó de la mesa y mandó que le preparasen su avión de madrugada. Salió escopetado para La Habana.
La pasión de Fidel por España fue grande. No solo se llevó bien con Felipe González, sino que también supo conciliar con Franco y construyó una relación especial con uno de sus exministros: Fraga. En cambio se llevó mal con Aznar, que ni siquiera entendió los movimientos apostolares de don Manuel. No hace mucho, Fidel se interesó por los empresarios españoles que poseen hoteles en Cuba y, según me comentó uno de ellos, le sugirió a Raúl que no dejase en mala posición a España en su apertura a EEUU. ¿Qué sucederá a la hora de la verdad? Como escribe la profesora de economía María Cadaval, para Cuba se abre ahora un período de grandes expectativas e incógnitas. Veremos.

Fidel, el hijo de un gallego

Te puede interesar