De partidos y partidas

Por Pascua “El País” publicaba una macroencuesta que remataba con la siguiente conclusión: “Los españoles querrían a Suárez como presidente” y, como eso ya es imposible, le “echaban las cuentas” al actual. Un 63% desaprobaba la gestión de Rajoy y, en una lista donde se colocaba de nuevo a Suárez y después a González, Aznar, Zapatero y al propio Mariano, volvían los españoles a colocar al final de esa cola a Rajoy en compañía de Aznar.
Ahora tenemos al PSOE, el segundo partido hoy, tanto en número de votos como de representantes en el Parlamento, enfrascado en la elección de su líder y, sobre todo, buscando su lugar luego de una deriva desde la izquierda hasta posturas y actitudes que le hacen irreconocible. No es un problema que solo afecte a los socialistas españoles, pues sus homólogos franceses están también cuesta abajo en su caída, por citar un ejemplo bien cercano.
Para cerrar el paisaje político, detengámonos en los otros de la partida: tenemos a Podemos escenificando, con la brocha gorda, los males –casta, trama, etc.– que empobrecen al país y han dejado bajo mínimos a la democracia, con los ciudadanos sospechando de las instituciones, rebelándose ante tanto latrocinio, mientras el Ejecutivo mira para otro lado y el Legislativo se declara, en conjunto, incapaz de poner remedio; no se olviden de Ciudadanos –que pasa de ser social-liberal a buscar el equilibrio desde un centro que, según sople el viento, se inclina a izquierda o derecha sin ningún rubor.
Ah..., no nos olvidemos de los nacionalistas, demonizados ayer (busquen las hemerotecas) y socios hoy gracias a la permuta de votos por dinero. A los vascos el tractor y gasolina para quince años. A los grupos canarios, dinero a espuertas. Sabemos cuánto cuesta un parlamentario canario: 450 millones y eso nos lleva a otra pregunta preocupante: ¿cuánto vale Feijóo o, mejor aún, cuánto valen los parlamentarios del PP que tiene Galicia en Madrid? Hagan sus cuentas, ciudadanos, y no escuchen los cuentos. Y ¿si no valen nada, para que carafio nos sirven?
Ya se conocen algunas partidas donde el Gobierno y los partidos que le apoyan reducen los gastos sociales, echan el freno en la inversión pública, promocionan negocios privados (hay ejemplos elocuentes en sanidad y educación) y al tiempo han puesto en entredicho a la justicia, desde el propio ministro hasta el fiscal Anticorrupción. Vaya partido y vaya partida. Ni la de José María “El tempranillo”

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