Ángeles de la guarda

Diferenciar la política de la gestión es una virtud que no todos los cargos electos son capaces de llevar a cabo. Hay departamentos en los que la discreción es un factor decisivo porque, como ocurre en el caso de los Servicios Sociales, se trata con personas que no están atravesando el mejor momento de su vida. La crisis económica desbordó estos departamentos en todos los ayuntamientos y todavía hoy, cuando nos dicen que ya está superada, siguen recibiendo un aluvión de peticiones.
Lo peor para los concejales que gestionan necesidades y emociones de todo tipo es la impotencia de no poder dar respuesta inmediata a todo requerimiento que lo precise. Los recursos en la Administración pública son siempre escasos y en los servicios sociales más dada la situación de precariedad en la que viven muchas familias.
Decidir en un momento determinado cuál es la prioridad es una responsabilidad enorme que trasciende lo político y por ello es necesario contar con profesionales especializados en la materia. Los gobiernos locales, a base de experiencia, han caído en la cuenta y todos los municipios, en función de sus posibilidades, destinan un importante capítulo de sus presupuestos a este fin.
En Vilagarcía, por poner un ejemplo significativo, se ha tenido desde siempre especial sensibilidad por las personas que tienen menos oportunidades, lo cual no quiere decir que en otros municipios no. En la actualidad más reciente, tanto Elena Suárez (PP) como Tania García (PSOE) han dado muestras de saber estar y de valorar que lo humano está muy por encima de lo político.
Tania García, que ocupa ahora el cargo, siempre se ha caracterizado por estar en primera línea de la reivindicación y de la lucha por la igualdad en todos los sentidos y ha sabido compatibilizar esta faceta para centrarse en una actividad sorda pero capaz de resolver asuntos que en algunos casos suponen la supervivencia de familias y personas.
Quizá sea el contacto directo con la necesidad lo que hace que los ediles de Servicios Sociales se impliquen más en su labor de gestión que en la política propiamente dicha, lo cual no quiere decir que se aparten o se retiren y los plenos de Vilagarcía son un buen ejemplo de ello.
En la capital arousana se ha avanzado mucho en este campo y aunque no “venda” tanto como la piscina o la estación intermodal, supone un pilar importante para quien gobierna. Es notorio que Vilagarcia avanza en igualdad hacia el bienestar y eso no ocurre por casualidad.
Este trabajo no es fácil. Atender a personas que han tocado fondo o que ven el abismo ante sus ojos es una labor ingente que deja huella y ante la que hay que blindarse a base de más trabajo para la consecución de más medios que siempre serán insuficientes.
Por estas y mil razones más, quien asume y se implica en los servicios sociales de los ayuntamientos merece el reconocimiento que los titulares no le otorgan. Son como ángeles de la guarda para cientos de personas; están ahí para lo que se les necesita y desaparecen una vez cumplida su misión.

Ángeles de la guarda

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