Cantos de sirena

La política internacional influye cada vez más en nuestras vidas. Las decisiones que se toman en el seno de la Unión Europea son un claro ejemplo de ello. A estas alturas a nadie se le escapa que de los votos que se emiten en Bruselas depende el interés de las hipotecas, la modernización de servicios productivos o la posibilidad de subvencionar proyectos e iniciativas empresariales, entre otros aspectos.
Los conflictos que suceden en cualquier parte del mundo también pueden tener consecuencias directas en nuestros bolsillos. A nadie le pasa desapercibido que lo que ocurre en el Golfo Pérsico, por ejemplo, influye en el precio de la gasolina.
Por estas y otras razones, los políticos locales no son ajenos a lo que sucede más allá de nuestras fronteras y, como no podía ser de otra manera, tienen una opinión al respecto de como afrontar los problemas y las posibles soluciones pese a que, como es lógico, no dispongan de toda la información necesaria para el análisis con conocimiento de causa.
Por ello, me extraña que en los plenos de los pueblos y ciudades de Arousa se lleven tantas mociones llamadas tipo, porque son las mismas para todos los ayuntamientos, relacionadas con la política internacional y, si quieren, con la estatal en la que poco o nada se puede influir más allá de establecer una posición institucional cambiante en función del grupo político mayoritario.
El debate de estos asuntos no deja de ser una mera declaración de intenciones en la que los políticos locales se enzarzan en discusiones que a nada conducen y en debates repetidos en los diferentes parlamentos.
En algunos ayuntamientos ya se está limitando el número de mociones de estas características que pueden presentarse en cada pleno para no convertir las sesiones en sucedáneos del Congreso o del Parlamento. En Vilagarcía se hizo el pasado mandato y la decisión fue muy criticada porque se adoptó sin consultar al resto de grupos. A mí me pareció bien. Cada asunto en su foro correspondiente, lo cual no quiere decir que no se pueda hablar de forma periódica sobre temas nacionales o internacionales para fijar una postura simbólica, por así decirlo, pero no por norma.
El otro día en una tertulia con periodistas de varios medios, uno de ellos, Rodrigo Cota, se refirió a este asunto y en el debate compartimos muchos puntos de vista. Con el fin de exagerar puso como ejemplo un pleno en Pontevedra en el que se debatió sobre los bombardeos de Israel sobre Palestina. Da igual el partido político que propuso el tema, pero lo cierto es que los portavoces se explayaron teorizando sobre el conflicto y aconsejando a Netanyahu, primer ministro de Israel, qué debía o no hacer. Casi dos horas de toma y daca para aprobar una moción por mayoría y trasladar el acuerdo al gobierno israelí. Decía este compañero, no sin cierta sorna, que cuando le llegara la carta al primer ministro iba a quedar tan impresionado que ordenaría el cese inmediato de las hostilidades porque había un ayuntamiento que le instaba a ello.
Hombre, no digo que no se pueda hablar de todo, pero algunas, insisto, no todas, algunas de estas cosas podrían considerarse en la junta de portavoces, elaborar un texto conjunto si fuese posible y después leerlo y votarlo en el Pleno sin mayor debate para que quede constancia institucional.
Todo lo demás son cantos de sirena.

Cantos de sirena

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