Centrar el debate

entre las cualidades de un buen alcalde-presidente de una Corporación municipal está la de dirigir las sesiones plenarias de forma ecuánime. Ser permisivo unos días e inflexible otros en función del tema a debatir o del estado de humor del momento dice muy poco de quien tiene la potestad de dar o quitar la palabra a un edil. Boiro es un ejemplo paradigmático, con un regidor que da bandazos según de donde azote el viento. Su alcalde, Juan José Dieste, ha pasado de expulsar a voz en grito a concejales de la oposición simplemente por discrepar, a permitir que los discursos en el intercambio de pareceres se alarguen hasta el punto de superar el tiempo máximo de cuatro horas que se establece en su régimen interno.
La persona que dirige el Pleno deber ser capaz de centrar el contenido de las intervenciones a lo que corresponde y de apremiar a quien se extiende más de lo debido cuando repite una y otra vez su argumentario.
Un regidor que actúa así está haciendo un ejercicio de pasotismo político extraño al menos con el único fin de que transcurra el tiempo, se hable de todo menos de lo importante y lavarse las manos para que nadie lo acuse o le lance algún reproche de que corta las intervenciones de la oposición.
Ni un extremo ni el otro. Tan mal está la estrategia de eternizar las sesiones plenarias para que los vecinos no acudan por lo tediosas que son y esconder así unas formas de mandón, como las mostradas hasta ahora de no permitir ni una  y ejercer su poder autoritario para echar a los ediles que lo ponen en aprietos o que se salen de tono.
La oposición también tiene una parte importante de responsabilidad al alimentar esta estrategia del regidor y liarse la manta a la cabeza para hablar y hablar con un discurso que no se corresponde con el interés local, aunque sí tenga calado político.
Es normal que cada formación quiera reflejar su postura sobre asuntos que están de actualidad o que se remonten a un histórico para sacar una conclusión, pero la capacidad de síntesis en estos casos es fundamental. Esto no solo ocurre en Boiro, ya que es una costumbre adquirida en casi todos los municipios. Es muy común que los partidos inflen el contenido de los plenos con mociones tipo que solo reflejan la postura predeterminada de un partido en concreto. El PP, cuando gobernaba en Vilagarcía, trató de limitar estos debates y recibió un aluvión de críticas, pero creo que la intención era buena, ya que existen otros foros donde explayarse al respecto y no en una Administración local que, en todo caso, debería pronunciarse sin más y evitar un debate ya repetido en otros parlamentos y hemiciclos.
Por eso es esencial centrar el debate y el primer edil de Boiro está demostrando que es incapaz de hacerlo, bien porque desconecta y deja hacer o porque se entromete en todo e impide un diálogo fluido. Y esto es un problema más importante de lo que pueda parecer, ya que en el fondo deja un poso de desprecio hacia el contrincante político a quien, si fuese menester, barre con el rodillo de la mayoría.

Centrar el debate

Te puede interesar