Gobierno de cuatro, tres, dos y...

a toma de posesión de Telmo Martín como alcalde de Sanxenxo, una década después, transcurrió con normalidad. No faltó ningún detalle en lo esencial. El público, previamente seleccionado, aplaudió de forma correcta y sin alardes, el protagonista lució como en sus mejores ocasiones; discurso adecuado, dosis de emoción, lágrima reprimida, sonrisas y ofrecimiento del bastón de mando al pueblo, previa promesa de lealtad, humildad y mucho trabajo. La oposición, también en su papel, salvo uno, la nota discordante que, incluso en instantes así es capaz de buscar cota de protagonismo. La abstención de Agís ha sido eso, una forma de llamar la atención de quien ya no será decisivo.
Vanessa Rodríguez, de momento en SAL, estrenó su nuevo rol en la Corporación y BNG y PSOE ya se hacen a la idea de que a partir de ahora les queda el consuelo de la labor fiscalizadora con la esperanza de que la comparación les favorezca.
Los otros integrantes, los del sí de SAL, cumplieron su papel. Gonzalo Pita supo colocarse en un discreto segundo plano para dejar todo el protagonismo que tuvo él en su día a la persona por la que, entre otras motivaciones, se presentó a las elecciones.
La reacción de los vecinos ante el nuevo panorama político no sé si situarlo en la indiferencia o en la normalidad democrática pero, en todo caso, lo que rezuma es que los protagonistas del pacto se han ganado la condescendencia de la mayoría de los votantes del centro derecha en el municipio, que son muchos más que el resto.
Quedaba por superar la prueba de fuego, la reacción de los no afines que esperaban en el exterior del Consistorio a sus nuevos rectores. La algarabía era mucho menor que en el Pleno de la renuncia de Pita y la tensión, también. En el ambiente flotaba la resignación y ante la falta de una masa de apoyo, los allí concentrados optaron por un modo de protesta singular. Lanzaron arroz a los políticos, como si de una boda se tratase, al grito de “vivan los novios”. Imagino que lo hicieron con ironía, porque de lo contrario estarían cumpliendo una tradición oriental en la que se desea prosperidad a quienes reciben una lluvia de este cereal. No me extraña, pues, que Telmo Martín recibiera esta bienvenida con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Menos mal, debió pensar el flamante regidor, que a sus críticos no se les ocurrió emular a los clásicos griegos, porque entonces en lugar de arroz le lanzarían harina.
En fin, que la segunda parte de la era de Telmo Martín ya está en marcha. Comienza a coger carrerilla y más pronto que tarde alcanzará una velocidad de crucero tal que obligará a Pita a entrenar como nunca para no quedarse en fuera de juego.
Cuando Roberto Agís abandonó el cuatripartito para dejarlo en “tri”, Gonzalo Pita parafraseó al famoso entrenador argentino Helenio Herrera y dijo que era mejor jugar con diez que con once. Ahora está en otro equipo y pese a contar con una baja de última hora, en su nueva formación hasta tiene suplentes. En principio su puesto está asegurado, pero debe mantenerse alerta para que no lo releguen al banquillo. En política nada es imposible y él lo sabe. En Sanxenxo en tan solo dos años de mandato ya han pasado de un cuatripartito a un tripartito y de ahí al bipartito y después... quién sabe.

Gobierno de cuatro, tres, dos y...

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