Guardar las formas

La política es el proceso mediante el cual se toman decisiones con carga ideológica para alcanzar una serie de objetivos. Para ello es preciso hablar y conseguir acuerdos que beneficien al conjunto. La democracia nos ha dado herramientas para desarrollar esta labor a través de la elección de nuestros representantes en el Estado, las comunidades autónomas y en los municipios. El sistema no difiere demasiado de unas elecciones a otras. En el caso de los ayuntamientos, los concejales eligen al alcalde y se dividen en los diferentes grupos que conforman la Corporación.
De este modo, puede haber grupos municipales, que  representan a una formación política que se presentó a las elecciones; el grupo mixto, que corresponde a partidos políticos que no alcanzaron el apoyo suficiente para constituirse como grupo municipal; y los concejales no adscritos, que son aquellos que se salen de su formación por diferentes motivos y que disfrutan de sus derechos individuales y nunca de los del grupo.
Históricamente, en Arousa no se sigue a rajatabla esta división y se permite que todos los partidos dispongan del protagonismo que les corresponde en función del apoyo recibido en las urnas. En Vilagarcía hay cinco partidos con representación municipal: PSOE (8 concejales), PP (7), EU (3), BNG (2) y Somos Maioría (1), todos ellos con su correspondiente portavoz.
Si continuamos en el caso de la capital arousana nos encontramos que en EU hay un concejal díscolo que, sin ser un tránsfuga, porque no lo es al menos a día de hoy, se toma la licencia de romper la disciplina de voto de su grupo cuando se le antoja. De momento tampoco es un edil no adscrito y aunque de facto actúa al margen de Esquerda Unida, de iure debería atenerse a la partitocracia.
En este contexto político, el Gobierno local inició las negociaciones con los partidos para conseguir apoyos y aprobar el Presupuesto. Salvo el BNG, que parece un voto seguro, el resto de grupos han dicho que no. Si hubiese disciplina de voto, a día de hoy el Pleno rechazaría el documento y colocaría a los socialistas en una situación incómoda. Y de ahí que alcanzase notoriedad la reunión que el alcalde mantuvo en su despacho de Ravella con el concejal díscolo y otros dos militantes, uno de ellos por ahora, de EU.
Alberto Varela es libre de reunirse con quien quiera, estaría bueno, pero hay cuestiones y momentos que dan pie a la especulación y algún mal pensado podría sospechar que el bueno de Miguel Alves tenga la tentación de abstenerse, contradiciendo, una vez más, al grupo por el que fue elegido, tras la marcha de Juan Fajardo, y permitir que se aprobasen las cuentas con el voto de calidad del regidor. Evidentemente no sin antes exponer una excusa, posiblemente ideada por quien tiene expedientes de expulsión por doquier, para justificarse y, al mismo tiempo, buscar una cuota de protagonismo e influencia en la arena política local.
No voy a discutir la libertad de pensamiento de cada cual, pero sería más honrado y políticamente correcto que se marchase del grupo municipal de EU, una vez que la dirección confirmó al portavoz en su puesto, y dado que no se le ven visos de dimitir, que se convierta en concejal no adscrito en la Corporación. Así, unos y otros guardarían las formas y eso sería bueno para todos. A partir de ahí, allá cada cual con su conciencia moral y política.

Guardar las formas

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