Juego sucio

Internet abre un universo que bien utilizado favorece el flujo de información prácticamente a tiempo real. La posibilidad de que desde un simple teléfono se pueda acceder a casi todo lo imaginable ha hecho que muchas personas se animen a crear páginas web o blogs para dar rienda suelta a sus virtudes, al talento y también, por qué no decirlo, a la bazofia. Algunos disfrazan estos sitios de periódicos e “informan” a quienes quieran acceder, lo cual no me parece mal, porque el lector, en definitiva, es quien elige la forma mediante la cual prefiere acceder a la actualidad o a cualquier otro contenido que le interese en un momento determinado.
El problema puede surgir cuando se da por verídico todo lo que se ahí se cuelga, ya que, en líneas generales, estos blogs no cuentan con los parámetros de calidad y contraste propios de un periodista profesional ejercido en un medio convencional. Aún así se producen algunos errores, así que imagínense.
La noticia de la falsa detención de la alcaldesa de Cambados, Fátima Abal, en un portal web, al parecer especializado en bromas, y rebotado después por las redes sociales hasta la saciedad, debe hacernos reflexionar sobre algunas cuestiones deontológicas. Partiendo de la base de que todo el mundo tiene derechos, siempre que no dañen a terceros (este es el eterno debate sobre la libertad), debemos tener en cuenta el daño que se le hace a un personaje público en un momento en el que la política no está atravesando por el mejor momento en lo que a la popularidad y simpatía se refiere. Además, puede que haya alguien que le dé credibilidad. El asunto es que esta publicación ha sido denunciada junto a una mochila cargada de comentarios de todo tipo entre los que, por supuesto, predominan los de mal gusto.
En todos los municipios hay webs con informaciones sobre la localidad, pero en Cambados se ha disparado y ya existe, incluso, competencia entre ellos por ser los primeros en algo o por ser más originales o qué sé yo.
Recuerdo que hace años, cuando casi era obligatorio disponer de un ordenador para acceder a internet, fue Xaquín Charlín, el siempre recordado Chon, uno de los primeros en contar su visión particular y partidaria de la realidad con Unha Grande Chea. Era un lugar simpático, ácido y crítico hasta que se pasó de frenada y dio paso al  mal gusto, hasta el punto de que le cortó su trayectoria política. Así, desde Unha Grande Chea, pasando por aquel Señor X que tantas risas y disgustos dio a la clase política, y hasta la actualidad, los blogs y las webs han repartido a partes iguales información, entretenimiento, servicio público y estiércol acompañado de dosis innecesarias de insultos gratuitos.
Todo el mundo puede aportar algo, pero hay límites. Algunos dirán que como existe un público expectante y que si no tuvieran visitas, esos sitios cerrarían. Cierto, pero si esta consideración es real, entonces el problema es otro. Y muy serio, porque tarde o temprano todos seremos víctimas de alguien que, bajo el anonimato, juega sucio.

Juego sucio

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