Mirlos blancos

El PP fijó para el 13 de mayo próximo la celebración del congreso local de Vilagarcía. Queda pues, poco más de mes y medio para que todas las corrientes populares se pongan de acuerdo para elegir al deseado mirlo blanco que contribuya a mejorar los resultados de la anterior contienda electoral y, por lo tanto, tener opciones de formar gobierno, aunque fuese en minoría. Las negociaciones entre las diferentes sensibilidades conservadoras, con petición de voluntarios incluida, se han sucedido a lo largo de los últimos meses y con toda probabilidad se intensificarán en las semanas previas para alcanzar la tan deseada por casi todos candidatura de consenso.
Consta que se han manejado muchos nombres que por unas razones u otras han preferido dar un paso al lado y alejarse de los focos. El de Alfonso González Gallego es uno de ellos y la sensación es que gusta a los “mandamases” provinciales, por lo que solo les queda convencerlo para que dé el paso, tarea que, a priori, no resulta sencilla. El papel de personas destacadas en el partido a nivel local como Juan Maneiro o Marta Rodríguez, quien debería dar el paso según una parte de la militancia, será esencial en este impás, un lapso de tiempo en el que pueden ocurrir muchas cosas o, por el contrario, muy pocas si al final nadie quiere asumir de verdad y con todas las consecuencias el “marrón” de ilusionar al electorado de centro-derecha ante un gobierno socialista que con más o menos críticas se va consolidando.
Queda, por supuesto, la opción de la continuidad con Tomás Fole. Habrá quien se haga cruces ante esta posibilidad, pero tal y como están las cosas no resultaría descabellado. De momento, a escasas semanas del congreso nadie ha dado el paso y no olvidemos que el tiempo juega a favor del anfitrión. Esta quizá sea la mejor baza del actual portavoz municipal y flamante diputado nacional. El inmovilismo, ese arte de la no decisión que tan bien le ha salido a Rajoy, es el que puede llevar a Tomás Fole a “recuncar” en la presidencia del PP en Vilagarcía sin que ello signifique que sea el candidato.
No olvidemos que se trata de un superviviente. Siendo un cadáver político tras las municipales logró resucitar antes del entierro definitivo con el archiconocido Pacto de Cidade. Y no solo eso, sino que cuando su cabeza estaba a punto de rodar dentro del partido pudo evitar, en el último instante, la sentencia de los verdugos y catapultarse hacia las Cortes, con un billete en primera clase pero con el precio de abandonar la primera línea de la política local y contribuir a la búsqueda del relevo.
La sensación es que tampoco se está dejando la vida en el empeño de buscar al deseado mirlo blanco, por lo que su nombre, aunque con resoplidos y suspiros, podría volver a estar en las quinielas o en las papeletas. Ya se verá. Lo seguro es que habrá debate.

Mirlos blancos

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