La orquitis de Alves

Tantas quinielas se hicieron en las vísperas del Pleno del Presupuesto de Vilagarcía que al final no hubo sorpresa con el voto favorable del díscolo de EU. A decir verdad era la única opción que tenía el bueno de Miguel Alves para diferenciarse y que su discurso político tuviera audiencia. Si llega a acatar la disciplina de su grupo, como en principio debería, no habría ni un flash iluminando su cara en el momento en el que levantaba la mano para indicar su opción en un asunto en el que su aportación, eso no lo dudo, tiene la intención de mejorar el bienestar de los vilagarcianos.
El grupo socialista, que gobierna en minoría, ha sido capaz, una vez más, de conseguir los apoyos necesarios para sacar adelante sus propuestas. Cuando necesitó del PP no tuvo escrúpulos en ir de la mano al Pleno con Tomás Fole. Y ahora, tras las calabazas de todos, excepto del BNG, que dice que sí a todo, se aprovechó de que las aguas bajan revueltas en Esquerda Unida para alcanzar un acuerdo con el díscolo. Seguro que si en otro momento necesita de otras sumas tendría muchas opciones de conseguirlas y eso habla también de cintura política, de saber ceder, de aceptar sugerencias, de buscar consensos y, por qué no decirlo, de aprovecharse de la situación de cada momento en beneficio propio.
Este concejal, que ayer ha tenido su minuto de gloria, afirma defender a la clase obrera de Vilagarcía, aspecto que, si él lo dice, será verdad, pero esa condición no le da derecho a utilizar las instituciones sin el respeto debido. La confrontación de ideas da vida al debate político en el que el sarcasmo, la ironía, los recursos dialécticos y la elocuencia son virtudes que lo enriquecen. Otra cosa muy distinta es caer en el mal gusto como ayer hizo en el pleno este concejal sobre el que pesa un expediente de expulsión del partido por el que concurrió a las elecciones. Federico Trillo se hizo famoso, en sus tiempos de presidente del Congreso, por su “manda huevos” repetido hasta la saciedad en mil foros y que ha quedado marcado en el libro de las anécdotas más sonadas de las Cortes. El aspirante a no adscrito, durante su intervención en el Pleno, solicitada en virtud de los derechos que le otorga el reglamento, también apeló al zigoto pero de un modo todavía más ordinario. Su exabrupto, dirigiéndose al Partido Popular, fue que estaba “hasta los huevos” de sus políticas, lo cual dice muy poco de su argumentario. Imagino que cuando se consume su expusión de Esquerda Unida tendrá más oportunidades para hablar y dejará la mala educación a un lado para dedicarse a parlamentar defendiendo con vehemencia, si fuese menester, lo que tenga que defender, pero con el respeto que merecen el conjunto de los ciudadanos representados por personas como él en el salón de Plenos. Cuidar el vocabulario y guardar las formas es lo adecuado para un concejal que, de seguir así,  corre el riesgo de acabar las sesiones con orquitis.

La orquitis de Alves

Te puede interesar