Los populistas avanzan

La verdad es que a pesar del “alivio” que supone el triunfo de Macron en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, lo cierto es que Marine Le Pen ha obtenido un buen resultado, y aunque tenga pocas posibilidades de convertirse en presidenta, la realidad es que hay una parte importante del electorado francés que está con ella.
Lo mismo sucedió no hace tanto tiempo en Holanda, donde el conservador Mark Rutte paro al xenófobo Wilders, pero la realidad es que éste último quedo en segundo lugar. O meses atrás en Austria donde por pocos votos el progresista Aleander Van der Bellen se hizo con la presidencia de la República frente al ultraderechista Hefer.
Con esto quiero decir que por ahora Europa se está salvando “por lo pelos”, por estrechísimo margen, de ser gobernada por movimientos populistas. Pero que ganen candidatos que no lo son no debe de hacernos olvidar que el populismo nos pisa los talones.
De manera que en mi opinión no se debe retrasar por más tiempo la reflexión sobre el porque del auge del populismo y sobre todo que hacer para ponerle freno.
Hay un cansancio evidente de la sociedad respecto a los partidos tradicionales que no han sido capaces de estar a la altura de las necesidades de los ciudadanos. El desmantelamiento paulatino del Estado del bienestar es un hecho.
Los partidos tradicionales, socialdemócratas y conservadores, que han gobernado Europa en los últimos setenta años se han quedado viejos, sin respuestas para los nuevos desafíos del siglo XXI. Y sobre todo la sensación de que la clase política perteneciente a esas dos grandes opciones, socialdemocracia y conservadores, se han ido alejando de los ciudadanos hasta desconectar de su realidad.
El caso es que el simple hecho de que Marine Le Pen haya salido airosa de la primera vuelta en las elecciones presidenciales debería de preocuparnos además de aliviarnos el triunfo de Emmanuel Macron.

Los populistas avanzan

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