Rutas para Puigdemont

Una vez comprobado que en Bruselas nadie le hace caso –excepto algún subalterno de un negociado, con padre nacido en Sabadell– Pugidemont debería ensayar rutas con mayores probabilidades, no ya de éxito, pero al menos que no conlleven la derrota envuelta en el ridículo. Puigdemont no es tonto y por eso ha renunciado a encabezar la lista que va a ser la menos votada de la historia de la de soltera llamada Convergencia, y que ahora ya no sé si se llama Antonia o María Asunción. Ese es otro de los logros de Mas y Cía: que sus votantes, antes de entrar en el colegio electoral, se pregunten: “¿Cómo se llama ahora nuestro partido?”.
Prescindiría de Marinne Le Pen, aunque el desplazamiento sería de los más baratos, porque en estos momentos un español, aunque sea catalán, le debe parecer a la ultraderechista un peligroso musulmán, ya que ha vuelto al principio de que “África comienza en los Pirineos”, y optaría por May y su Brexit. Es cierto que teniendo a Irlanda del Norte y Escocia jugando en casa Mrs. May tampoco se puede poner a tirar cohetes de alegría, pero como se irá quedando sola gracias al éxito del Brexit, nada mejor que una relación de esas bilaterales, que no le arreglan nada, pero que pueden molestar a Bruselas. 
Otrosí, debería intentarlo con algún secretario de Estado de Trump. Con Trump, no, porque se ponen a explicarle eso de Cataluña, España y tal, y dados sus profundos conocimientos geopolíticos podría llegar a la conclusión de que Cataluña es una provincia de Italia o un pueblo de México. Mejor un secretario de Estado, al que se les podría mostrar la lista de jueces obedientes, porque los Trump’s Boys se ve que odian a los jueces. Y mentarles lo del 3%, un poco más elevado, porque no le vas a dar la misma comisión a un contratista de obras de Vic que a una de las empresas Trump. Luego, de paso, podría irse la comitiva a ver un musical o a Radio City, que es lo que solemos hacer los catetos las dos o tres primeras veces que vamos a Nueva York. Si consigue la foto, teniendo en cuenta que él no ha sido el único enterrador de la de soltera llamada Convergencia, podría poner un punto final menos triste.

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