El monstruo bicéfalo

En el Museo Darder de Bañolas se exhibía, y no sé si aún se exhibe, un monstruo con dos cabezas. También había un cazador bechuana disecado (“el negro de Bañolas”), dos pieles humanas completas (hombre y mujer) y otros delirios de la taxidermia menos turbadores que éstos, ratas que escriben y cosas así, pero igualmente características de los viejos museos de rarezas y curiosidades de estilo francés. Pero es el monstruo de doble testa, un ternero creo recordar, que acumulaba polvo en su desvencijada vitrina del singular museo gerundense, cuyo concepto desearían exhumar, al parecer, los gerifaltes de la facción independentista para la gobernación de Cataluña.
El monstruo doble del museo viviente del secesionismo catalán repartiría sus dos cabezas entre Barcelona y Bruselas, ciudad ésta que, como ha señalado otro flipante especímen de ese museo, el jefe de prensa de Puigdemont, se halla más cerca de Barcelona que Canarias de Madrid. Una cabeza, aún por determinar, se situaría en el Palau de la Generalitat, y la otra, la de Puigdemont, en Bruselas o en Waterloo, en el casoplón donde ya reside, bien que adscrito al museo. Éste anexo, a diferencia del Darder, sería más al estilo belga, aunque también imbuido de la atmósfera de la raridad.
Con sus monstruosidades y todo, el Museu Darder de Banyoles era, antes de que hicieran limpia y lo desvirtuaran convirtiéndolo en uno de éstos museos vacíos y políticamente correctos de ahora, un museo admirable. O, sin más, un museo, un lugar donde se representaba cómo era la sociedad, la gente, el mundo, de su tiempo. Un tiempo atroz, ciertamente, en que se disecaba a los negros y se encontraba científico exhibir pieles humanas curtidas o animales muertos rellenos de paja. Pero ese museo, como el etnológico del doctor Velasco en Madrid, eran auténticos, monstruosos pero verdaderos, en tanto que éste de la bicefalia resucitada por una cuerda de aventureros sin gracia va teniendo pinta de ser monstruoso a secas.
En el Museu Darder de Banyoles se exhibía, porque era un museo de rarezas y monstruosidades, un ternero con dos cabezas. De ahí han debido de pillar la idea de la bicefalia esa gente ociosa. 

El monstruo bicéfalo

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