La pólvora en salvas

De los veinte ministros de Sanidad habidos desde la restauración democrática para acá, ocho han sido mujeres: cuatro en Gobiernos PSOE y otras cuatro en los mandatos del PP. Y con alguna notabilísima excepción, habrá que convenir en que las ministras populares del ramo no han resultado especialmente brillantes. Lo mismo –todo hay que decirlo– que alguna de la órbita socialista. 
En la actualidad, como se sabe, es titular del departamento Dolors Montserrat, 43 años, abogado, experta en Derecho urbanístico y muy próxima –por razones familiares– al mundo de los vinos espumosos. Concejala que fue en su Sant Sadurní d’Anoia natal, exdiputada autonómica y exvicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados –me imagino que en este punto por razones de cuota territorial–, suele ser presentada como un valor en alza dentro del Partido Popular. Pero adolece de experiencia en la alta Administración. Y se nota.
Inició mandato sorprendiendo a propios y extraños con su “Erasmus nacional” para muchachos de Secundaria y Bachillerato; propuesta ante la que hasta el afectuoso ministro de Educación puso cara de póker. Luego, se ha metido sin necesidad en el charco de los copagos farmacéuticos para –digamos– pensionistas de alta graduación; es decir, para quienes, en virtud de sus no pequeñas contribuciones al sistema hechas durante la vida laboral, estarían percibiendo por encima de los 18.000 euros.
No entro a valorar si la medida sería conforme a razón y equidad, habida cuenta del déficit de la Seguridad Social, de la procedencia o no de compartir más ajustes y de los excesos que en el ámbito de las prestaciones farmacéuticas, aunque cada vez más controlados, se vienen produciendo por parte de activos y pasivos.
Pero lo que evidentemente no cabe –ni como globo sonda– es dar pábulo a medidas como ésta llamadas a generar una enorme polémica social y mediática y, sobre todo, sin haber siquiera tanteado los imprescindibles apoyos que la condición de mayoría minoritaria requiere. Ante la lógica polvareda suscitada vienen luego las precisiones y rectificaciones a golpe de tuit y de declaraciones periodísticas que terminan por desconcertar a todos y dar la imagen de un Gobierno con sus gentes por libre.
En todo caso, la inexperta ministra debería haber anunciado su propósito en otros foros, de forma más perfilada y dentro de un amplio marco de reformas bajo su competencia. Porque de otra manera está dando la impresión de gastar la pólvora en salvas, teniendo como tiene sobre la mesa el enorme problema de la financiación de la sanidad y de las prestaciones que ésta al final pueda o deba dar. 
Tal como no se cansa de recordar Feijóo, el  sanitario representa ya el 42 por ciento del gasto de una comunidad autónoma y será del 50 por ciento dentro de dos o tres años. Como para andarse con menudencias.  

La pólvora en salvas

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