¿Cumplir o no cumplir?

Siempre se ha dicho que las normas están para cumplirlas. Las normas, lo bueno que tienen, es que se pueden pactar, modificar y mejorar una y otra vez hasta encontrar el texto definitivo que a todo el mundo convenza y que todo el mundo acate. Lo digo porque es el pan nuestro de cada día tanto en el Congreso de los Diputados como en el Concello. Los que incumplen saben que se arriesgan a ser castigados y que dependiendo del grado de incumplimiento el castigo puede ser más o menos grave. Ahí reside la valentía mal entendida del que desafía al orden establecido y la pericia del sistema para hacerle pagar su salida de tono.
En Vilagarcía tenemos un claro ejemplo de no cumplidores de normas. Al gobierno local, me refiero. Criticaron durísimamente (muchas veces faltando al respeto) algunos de los textos que regían nuestro día a día. Y dijeron que ya vendrían ellos a hacerlo mejor. Y llegaron. Y no lo hicieron, ni lo hacen ni creo que lo vayan a hacer. Se metieron a reorganizar las terrazas y ahora, en pleno verano, se masca una rebelión en toda regla. 
No es fácil enfrentar tanto y tan rápido a los vecinos y a los hosteleros. Tampoco es fácil presumir de que se podía incumplir y cuando menos se lo espera la gente, mandar a la policía a sacar fotos. Las amenazas vuelven a estar de moda. Los cajones del alcalde empiezan a desbordar expedientes… qué irónico, lo que tuvimos que escuchar nosotros para que vengan ellos a hacerlo peor…
Y pusieron la zona 30. ¿Para mejorar la seguridad vial? Si no fuese un tema tan serio daría rienda suelta a la carcajada que se merece la hoja de servicios de Pérez Callón en esta materia (y en otras). Detrás de cada señal de zona 30 imagínense que hay una calculadora para ir sumando las multas que Usted va a tener que abonar por obra y gracia de este gobierno. ¿Querían orden? Pues orden de cobro al canto.
Llevo semanas escuchando y leyendo argumentos contrarios sobre si la ciudadanía es poco respetuosa con la limpieza de las calles o por la elección de dónde aparcar. Unos dicen que somos unos perfectos incivilizados. Otros creen que lo que falta es vigilancia y rigor por parte de las autoridades. Esto es un tema subjetivo. Yo le respeto su opinión al respecto, pero tampoco sería yo el que pondría a este concejal a resolver una de las carteras más delicadas del gobierno. 
Y ahora van a vender que han logrado un consenso histórico con respecto al reglamento cultural. Nos alegramos por las asociaciones culturales, en serio. Esperamos que sea de su agrado… ahora bien, que se lean bien el texto en profundidad, que los maullidos que se escuchan de fondo son de los gatos encerrados que esconde el articulado… es lo que tiene envenenar caramelos, que corres el riesgo de que acabes comiéndote uno por accidente.
El resumen de todo esto es que se han metido a hacer ordenanzas para no cumplirlas pero sí para amenazar a todo el mundo y de paso aspirar a que siga sonando el ruido de monedas en la caja fuerte que maneja el alcalde… Trabajar no podría trabajar Usted si fuese por el alcalde, pero pagar multas… eso sí. O el IBI (sí, ese que iban a bonificar, pero de momento nada se sabe…). 
Cuando lean estas letras yo ya habré cumplido la tradición anual de citarme con las hogueras de San Juan. Extremen la precaución y hagan como yo, lancen sus deseos al fuego purificador de la noche más mágica del año. Dicen que los deseos se acaban cumpliendo. Ojalá, aunque tarde un par de añitos, Vilagarcía vuelva a ser la ciudad que se merece y que estos gobernantes de ahora sean solo viejos fantasmas del pasado.
 

¿Cumplir o no cumplir?

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