Miguel Alves, el tránsfuga

Esta sección va hoy dirigida al que se está convirtiendo en protagonista accidental del gobierno de Varela, y que tiene pinta de querer pasar a la pequeña historia de la política vilagarciana por dejarse llevar y perder la perspectiva. El señor Miguel Alves Lago se presentó en 2015 a las elecciones municipales bajo las siglas de EU y su partido le otorgó el puesto 9 de 21. Hasta ahí todo correcto. Tras la salida de Juan Fajardo para dedicarse a sus labores en el Parlamento de Galicia, el partido atravesó un proceso en el que tras varias renuncias de candidatos, la lista corrió desde el puesto 3 hasta el 9 en una jugada válida, pero poco habitual, sobre todo teniendo en cuenta que en el número 5 estaba Ramón Bueno, un hombre con una experiencia tan larga como su sombra y un nutrido historial, que por cierto ha vuelto a primera línea informativa por este mismo asunto.
Desde que el señor Alves tomó posesión de su acta de concejal, (a la que parece aferrarse con todas sus fuerzas a pesar de toda la lluvia que le viene de frente) su aportación a la vida municipal es bastante escasa e infructuosa. De su hoja de servicios solo se pueden rescatar algunas cuestiones en la ronda de preguntas (a las que por cierto no le han hecho ni puñetero caso sus nuevos amigos socialistas). Un puñado de preguntas y el mayor escándalo de votación que se recuerda en contra de sus propios compañeros, sus siglas, su partido y la lógica. Es el señor Alves conocido por haber portado pancartas en la plataforma del IBI pidiendo su rebaja al 0,52% cuando era humanamente imposible por imperativo legal y el mismo señor Alves, en pleno, no apoyó esa misma petición de sus compañeros Suso López y María Mosquera. ¿Por qué? Porque a Alberto Varela, que ahora gobierna, no le iba bien ayudar a los vecinos para ese modelo de ciudad que dice tener donde los coches tienen que aparcar en barrizales y los niños resbalan y llegan al cole llenos de lama.
Y cuando toda la oposición real exigía que se consensuase la ordenanza de terrazas con el sector (y el sector hablaba en el pleno para quejarse), el señor Alves también comulgó con esa indigesta rueda de molino que supone plegarse a lo que te ordena el alcalde.
Presumir de que no te quieres acercar ni a tus compañeros de filas para pegarte más al BNG que a los que comparten sede contigo es durísimo. Ser conocido en tu propio partido por ser el díscolo y ahora por ser un tránsfuga en toda regla, solo puede atender a dos razones: O bien te has presentado a las elecciones para reventar el partido desde dentro o bien no tienes ni la más remota idea del charco donde te estás metiendo.
Lo cierto es que Miguel Alves tiene un don y un problema: El don es dejarse aconsejar, el problema es hacerlo por demasiada gente. Por Moncho Bueno, que es quien le lleva de la mano a las reuniones con el alcalde, los que sustituyen al señor Bueno en esta función cuando él no puede o no quiere y hasta por el propio alcalde, quien le dicta qué tiene que votar para que no se salga del camino marcado.
Miguel Alves puede ser ahora mismo el único habitante de este planeta que no es capaz de entender la definición de “tránsfuga”: “Se entiende por tránsfugas a los representantes locales que, traicionando a sus compañeros de lista y/o de grupo … pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante en una entidad local”. Si los firmantes del Pacto Antitransfuguismo (entre los que estaba PP, PSOE y IU) no se referían a casos como el de Alves, que baje Dios y lo vea. Y de paso que se arme de paciencia y se lo deletree, porque sigue diciendo que no lo entiende!
El problema no solo lo tiene Alves, que tiene casi los dos pies fuera de su partido. Puede ser concejal no adscrito aunque va a parecer que te quedas ahí única y exclusivamente por lo que te quedas, porque para defender a tus votantes, que te votaron siendo parte de un partido al que desafías y atacas, no se lo tragan ni los cocodrilos. Pero el problema lo tienen también sus “socios” de gobierno: El PSOE, por supuesto, pero también el BNG. No sé qué pensará Ana Pontón sobre que sus representantes municipales en Vilagarcía estén haciendo y consintiendo lo que hacen y consienten… igual hay que preguntarle… 
Pero sin duda todos los focos están sobre el alcalde. La gran bala en recámara llamada Alves le puede servir para aprobar unos presupuestos que serán de todo menos consensuados con la oposición, pero igual a la larga le salen caros… y hasta ahí puedo leer… Aún están a tiempo todos ellos de recapacitar y hacerlo bien, aunque me huelo que el hambre de fama, aunque sea porque toda España se ría de ti sabiendo que haces lo que haces, les van a poder… 
Y como diría Monedero, con el que yo no comparto prácticamente nada: Cuando un concejal díscolo y tránsfuga va por un camino, el camino se acaba, pero el concejal sigue…
*Portavoz del grupo municipal del Partido Popular en Vilagarcía

Miguel Alves, el tránsfuga

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