Entre luces y sombras

No acabo de creerlo. Lo sucedido en el Bernabéu es como una mala digestión. No es fácil digerirlo. El Deportivo desaprovechó una ocasión de oro para romper una racha que dura ya demasiado tiempo. Ganar lejos de Riazor se está convirtiendo en una ficción. En un delirio. En una ilusión que estuvo más cerca que nunca. Otra vez esos malditos minutos finales que nos han privado de un triunfo que ya comenzábamos a saborear a falta apenas de diez minutos para que el partido concluyese. Pocas veces nos vamos a encontrar con un Madrid así, con ausencias vitales que nos hacía concebir esperanzas de que podíamos liarla. Pero pasamos de la felicidad al más puro infierno en un abrir y cerrar de ojos. Los goles de Joselu aprovechando dos regalos de la zaga blanca, gracias al esfuerzo y generoso sacrificio de Andone, nos hicieron creer que se podía conseguir la machada.
Pero el síndrome de los minutos finales tuvo una suerte desigual. En el Deportivo, a pesar de su buen juego y aportar más méritos para el triunfo que los madridistas, se ha vuelto a demostrar que carecemos de fortaleza física y sobre todo mental. Incluso, echándole humor, diría que se ha convertido en un equipo de becarios. Y en el lado blanco ya empalaga su merengue. Su habilidad estuvo en saber aprovechar un aparente “Mannequin Challenge” deportivista ante la llegada al área de Sergio Ramos, una vez más, el salvador de las desgracias de un Madrid que a pesar de su triunfo, sigue ofreciendo una de cal y otra de arena que sus rivales, inexplicablemente, no saben cómo controlar. También considero que Garitano, quien, si mis datos no me dejan mal, es la primera vez que repite equipo dos jornadas seguidas, tiene su cuota de responsabilidad en un partido muy extraño ante un Madrid adicto ya a las remontadas imposibles.
Al margen de todas estas apreciaciones, no acabo de comprender los cambios, casi siempre en los mismos hombres, Çolak, Andone y Babel. El más grave, así lo entiendo, el de Andone por Mosquera (minuto 73) con un 1-2 favorable. Un relevo defensivo que permitió a la zaga blanca mitigar la presión que ejerce el rumano y que conllevó, lamentablemente, una derrota inexplicable que nos obliga a malvivir, una semana más, en la zona negra de la clasificación. El domingo nos visita el colista Osasuna, que, a priori, es un rival factible. Pero claro, pensábamos igual frente al Leganés y ya saben lo que ocurrió. A pesar de todo, ¡mucha mierda!

Entre luces y sombras

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