Apuntan que las lesiones del vigilante son compatibles con un puñetazo

Apuntan que las lesiones del vigilante son compatibles con un puñetazo
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El juicio en la sección compostelana de la Audiencia Provincial contra el pobrense Francisco del Río, alias “Tremen”, de 33 años, por un delito de lesiones a un guardapesca de la Cofradía de Pescadores de A Pobra, Abraham Fandiño, quedó visto para sentencia. Fiscalía y acusación particular mantuvieron su petición de 11 años de cárcel contra el acusado. Respecto a la indemnización, el Ministerio Público la mantiene en 50.140 euros y la acusación particular pide 97.913 euros, pese a que retiraron la secuela de epilepsia. La defensa solicitó la absolución de su cliente pues “no quedó acreditado en absoluto” que fuese él y “no hay prueba de cargo”; y subsidiariamente tres meses de prisión al rebajar la calificación de los hechos.

En la segunda y última jornada del juicio compareció una forense del Imelga que explicó que el agredido padeció una “laguna amnésica”, por lo que cree que “no es posible” determinar si los recuerdos que le vinieron con el paso del tiempo sobre lo ocurrido son reales, inducidos o imaginados, y que “no hay manera objetiva ni técnica” de determinar de que tipo es. Dos peritos difirieron de las posibilidades de que la agresión fuera causada o no con un elemento contundente, mostrándose uno más partidario de que fuese fruto de un puñetazo, ya que no aprecia fisuras de consideración que dejaría un elemento contundente. 

El abogado defensor, Jonathan Rivas, recurrió a esa apreciación forense de que el mecanismo de las lesiones es compatible con recibir un puñetazo, que la víctima caiga al suelo y se golpee la cabeza con la acera. Se refirió a “incongruencias” del relato de la víctima, pues en su primera declaración en la Benemérita no dio cuenta de la llegada de un coche, ni que viese al acusado, sino que fue después. Sobre este extremo, se vale de lo asegurado por el agredido para apuntar que pudo recibir “información de la Guardia Civil” por su relación permanente y cordial con agentes por su trabajo, para decir que “el relato del perjudicado se viese modificado”. 

El defensor buscó sembrar dudas sobre la autoría pues, aunque dijo que su función no es acusar a nadie, se refirió a “cierto oscurantismo” de dos testigos, concretamente dos furtivos que “tienen cierto interés en el asunto”, uno de los cuales es primo de uno de los muchachos implicados en el incidente con el guardapesca. Rivas restó credibilidad al testigo que aseguró escuchar en la playa la frase: “¿Tú por qué le quitas las almejas a mi hermano?”, haciendo hincapié en que, previamente, ante la Guardia Civil ese hombre sólo declaró haber escuchado: “Tú a mí no me jodes”. El letrado se refirió a los atenuantes del caso, como la drogadicción del acusado y dilaciones indebidas en un caso que ocurrió en 2012, si bien reiteró la inocencia de su cliente.

El fiscal sostuvo que “es claro” que el ataque lo realizó el acusado en julio de 2012. Así, refirió como “prueba de cargo” la declaración del guardapesca en la que aseguró que vio llegar al lugar un coche conducido por el encausado antes de recibir un golpe por la espalda, al tiempo que escuchó la frase: “Esto va por mi hermano”. Y cree clave la declaración del testigo que estaba en la playa y que en sede judicial afirmó oír: “¿Tú por qué le quitas las almejas a mi hermano?”. El Ministerio Público calificó al procesado de persona “violenta” y “conflictiva”. De las secuelas dijo que son “graves” y “las padecerá el resto de su vida”.

Sobre el testigo de la defensa que aportó la “coartada perfecta” al asegurar que el acusado estaba en un bar en el momento de la agresión, el fiscal señaló que “no dice la verdad”, para lo se basa en sus respuestas “a la defensiva” en el juicio, y dijo que no coincide la versión de lo relatado por el encausado. La acusación particular, que ejerce el letrado José María López, cree “acreditado” que fue “Tremen” el agresor y que lo hizo con un “instrumento contundente”, y que su cliente quedó con bastantes secuelas y en una situación que le afecta a su vida diaria y laboral, “con perjuicios a la hora de hacer una vida normal”. En su alegato final, el acusado reiteró que no estuvo en el lugar de los hechos y que los otros dos chicos que estaban allí con el guardapesca “también tienen hermanos mayores”.

Testigos sin utilidad
Ayer comparecieron varios expertos, en algún caso por espacio de segundos, como el responsable de hacer una resonancia magnética al agredido. Tras su intervención, el juez se quejó a los representantes de las partes de que “sistemáticamente se convoca a personas que no tienen utilidad”, por lo que les emplazó a que no se llame a alguien si no es necesario para no perjudicarle en sus labores.

Apuntan que las lesiones del vigilante son compatibles con un puñetazo

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