Un belén que se hace más grande al tirar del ovillo

Un belén que se hace más grande al tirar del ovillo
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La ribeirense María Teresa González Vidal monta desde hace tres décadas en su casa de Sirves el belén que luce durante la fechas navideñas. En los primeros 22 años no difería del que puede instalar cualquiera en su vivienda, pero desde el 2010 le da un toque peculiar. Debido a la prohibición de coger en el monte el musgo con el que decorar los paisajes del nacimiento, pensó en una alternativa para sustituirlo y la encontró en su afición por la calceta. Para ello recorta la lana de diferente colores en trozos muy pequeños y la distribuye según el espacio que ocupen. Para el campo usa dos tonalidades de verde y el negro para las fincas cultivadas, mientras que el marrón es para los caminos y el azul para el agua del río, un estanque o un oasis en el desierto, en el que la arena es de lana de color beige. 

Lo que empezó ocupando un metro en una mesa del pasillo hace ocho años pasó a multiplicase por tres el año pasado después de que fuera aumentando paulatinamente su tamaño en los años intermedios, teniendo que buscarle nuevos acomodos en diferentes espacios de su domicilio. En el 2015, por motivos familiares, se fue con los suyos a vivir a Chiclana de la Frontera y en su equipaje iba la caja con las figuras del belén y los trocitos de lana de diversos colores que aún le servían. Si a sus vecinos de Sirves ya les llamaba la atención los belenes que estuvo haciendo antes de marcharse a la localidad andaluza, a los habitantes de las tierras del sur de la península también les maravillaba lo que hacía. Después de tres años allí, en julio pasado regresó a su casa de Sirves y para esta Navidad decidió dar un paso más y superar los 5 metros de longitud del belén. 

Para aumentar el tamaño precisó de 15 días de trabajo y de estirar y cortar una veintena de ovillos, que se sumaron a los numerosos trozos de otros 10 que aún podía reutilizar. Además, cuenta con centenar de figuras -tiene más pero no le caben- y ocho de las piezas son mecanizadas. Las catequistas le propusieron que lo instalase en la iglesia para que lo viera más gente, pero le tiene tanto cariño que prefiere tenerlo en su casa por temor a que alguien lo robe o lo destroce, pues el templo registra con bastante frecuencia la visita de los amigos de lo ajeno. Ahora lo tiene en el salón, en el que deja entrar a quienes quieren admirarlo, pero ya está pensando en multiplicar por dos su espacio, lo que le obligará a instalarlo en un garaje.

Un belén que se hace más grande al tirar del ovillo

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