Jubilado por la Covid

Jubilado por la Covid
El profesor Ricardo López García dio ayer su última clase a los alumnos de cuarto de Primaria del CEIPP O Grupo | Chechu Río

Si por él fuera, Ricardo López García, “Richi”, moriría con las botas puestas. Este maestro, que durante los últimos 23 años y dos meses de su vida se ha entregado en cuerpo y alma a la docencia en el colegio ribeirense O Grupo, vivió ayer su último día dando clase a los alumnos de cuarto de Educación Primaria, pues hoy empieza la jubilación que no deseaba, pero que la pandemia de la Covid-19 no ha hecho más que acelerar la llegada de ese momento. De hecho, aunque el cuerpo le pedía seguir, fue su familia la que el pasado verano le pidió que lo dejase, y el 1 de septiembre la solicitó. Teniendo en cuenta que en enero cumplirá 68 años, hace casi tres años que ya le había llegado el momento de la retirada, pero él quiso seguir disfrutando de una de las cosas que más adora en la vida: la docencia. “Para mi venir a O Grupo no era un trabajo, sino un placer, con muy buen ambiente con los compañeros y los alumnos, con los que tuve muy buen feeling. Aquí estaba en la gloria, como en casa”, precisó. Además, afirmó con rotundidad que “los niños son muy buena gente, son muy sanos, tienen buen fondo, son muy receptivos y responden muy bien a lo que se les pide”. Se considera un defensor en la enseñanza del método del diálogo, del descubrimiento guiado, del fomento del espíritu investigador.

Este avilesino llegó hace un cuarto de siglo a Galicia después de diez años ejerciendo como profesor de Educación Física en su tierra natal. Tras su paso de dos años por Viveiro, en donde dejó un gran recuerdo pese a su fugaz estancia, llegó a Ribeira, en donde le habían dado el destino definitivo en el que por aquel entonces se llamaba “Colegio Francisco Franco”, donde siguió dando clases de gimnasia hasta que una inoportuna hernia se lo impidió hace una década. Desde entonces ha dado clases en el segundo ciclo de Educación Primaria (3º y 4º cursos). Sus clases se hicieron inolvidables no sólo ya por su maestría dándola, sino también por amenizarlas con música clásica, “sobre todo cuando hacían los ejercicios”, reconoce Richi, quien añadió que “con Mozart les entraban mejor las Matemáticas, con las que la música tiene cualidades en común, pues es pura medida, ritmo, ejercicio físico, además de amansar a las fieras”. De todos modos, él se reconoce como un “rockero de los 80”. Ayer lo despidieron todos obsequiándole con un reloj, una guitarra y poesías, pero también con lágrimas en que se reflejaba el buen recuerdo que deja en todos ellos. Richi se marcha con pena, pero ahora podrá disfrutar más de sus hijas y sus nietos. Aunque seguirá viviendo en Ribeira, cuando la pandemia le deje, volverá a su tierra a disfrutar de una sidra. l

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