Multitudinaria despedida en Ribeira al “profesor para la vida” y “camarada” Plácido Betanzos

Los restos mortales de Plácido Betanzos, que fue concejal nacionalista en Ribeira y profesor en el IES Leliadoura, pero que sobresalió por su calidad humana, su humildad, su positivismo y sus valores, fueron despedidos ayer por una multitud de personas en el transcurso de un funeral celebrado en la iglesia de Palmeira -oficiado por el párroco Marcelino Sánchez Somoza y acompañado del coro Capela Lauda Sión-, y que se convirtió en un gran homenaje, para luego ser incinerados. Ya fueran miles de personas las que, tras conocer su muerte, que le sobrevino el sábado a los 66 años, pasaron por el tanatorio Los Dolores para velar el cadáver y apoyar a su mujer, Mari Carmen, y a su hija Sofía. El templo parroquial se quedó pequeño para dar cabida a cuantos quisieron despedirse de él, y que lo recordaban como un nacionalista  de convicción, pero que conectó con todos independientemente de sus ideas, de ahí que se destacase su carácter ecuménico. Subrayaron que su gran legado es imborrable e inolvidable.

Hace medio año que el pueblo de Ribeira ya le tributó un multitudinario homenaje tras su jubilación, para agradecerle todo lo que hizo por ellos, y ayer fueron varios amigos los que, en el funeral, pronunciaron unas palabras en su recuerdo, para expresar que se sentían satisfechos de haber compartido sus vidas con él. Los elogios se sucedieron desde el campechano, próximo, leal, luchador, fuerte, paciente y maestro hasta llegar al “camarada”, con el que propio Plácido acompañaba su respuesta “estou ben” a quienes le preguntaban, sobre todo en el último año, por cómo estaba. Recordaron que para él las personas era lo más importante y que por su talante, su imborrable sonrisa y sus palabras de aliento, entre otras cosas, se granjeó el cariño de todos los que le rodearon. 

Entre los asistentes se encontraban muchos alumnos a los que les animó a no dejar los estudios para hacerse hombres y mujeres de provecho en la vida, pero también otros a los que enseñó sin haberlo tenido en sus aulas y a los que fue conociendo en su vida. Algunos se enteraron en el extranjero y no dudaron en coger un avión para acudir a su despedida. Algunos decían que no sólo fue su profesor, sino que se convirtió en su amigo o guía al que recurrir para darles consejos o ayudarles a moverse por la vida, y que siempre les “iluminaba coa palabra”.