Un pobrense reconoce que agredió a otro al verlo en la cama con su mujer

Un pobrense reconoce que agredió a otro al verlo en la cama con su mujer
José Antonio Santiago Martís responde a las preguntas del fiscal | CHECHU RÍO

En la sección sexta de la Audiencia Provincial, con sede en Santiago, quedó visto para sentencia un juicio contra el pobrense José Antonio Santiago Martís, acusado de un delito de lesiones, por las que tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitaron una condena de seis años de prisión y una indemnización de 21.080 euros por los daños y secuelas sufridas por la víctima, Antonio Manuel Rivas Gey, también vecino de A Pobra. El procesado reconoció la agresión ocurrida en torno a las seis y cuarto de la mañana del 20 de septiembre de 2009, de la que dijo estar arrepentido, pero indicó que el hecho de que le propinase varios puñetazos en la cara fue su reacción ante el hecho de encontrarse juntos en la cama a su mujer con ese hombre.

Santiago Martís declaró en el juicio que había estado en un concierto en el estadio de A Alta, en Cabío, y que al volver al pueblo se encontró a su mujer, que trabajaba en un bar, bailando en actitud cariñosa con Rivas Gey, y que se lo recriminó. Luego, indicó que cuando fue a su domicilio en la Rúa Luis Seoane, recorrió la vivienda y no vio a nadie hasta que salió a la terraza y desde allí vio a su mujer en una habitación con dos camas, y que cuando se acercó a ella, pese a estar a oscuras, comprobó que había una persona más bajo las sábanas, y que se trataba de Rivas Gey, al que le dio incluso un beso creyendo que era su mujer. Dijo que le dio varios puñetazos y que empezó a sangrar. Las fuerzas del orden encontraron un gran charco de sangre en la cama, que es donde creen que tuvo lugar toda la agresión, y que el resto de la que había por la casa eran producto de salpicaduras.

El representante del Ministerio Público introdujo modificaciones en su escrito, sobresaliendo que le retira la acusación de reincidencia pero le añade el agravante de alevosía, pero mantuvo la petición de condena, al igual que el abogado de la acusación. El fiscal indicó que lo más importante a valorar es que el resultado de la brutal agresión quedó acreditado en las secuelas que sufre la víctima, que sufre la desviación del tabique nasal, que le dificulta la respiración, y la pérdida de tres dientes. Añadió que la deformidad que le causó la paliza recibida provocó que los agentes de la Policía Local no lograran reconocerlo pese a conocerlo, y precisó que “era una mueca de persona”, y sólo pudieron saber de quien se trataba a través del DNI. Y sobre el acusado, dijo que los policías no pudieron precisar si estaba borracho, pero si que estaba tranquilo. El fiscal añadió que el procesado no estaba ofuscado en el momento en que propinó los puñetazos.

La letrada del acusado solicitó la absolución de su cliente y que en su defecto se le apliquen el eximente de trastorno mental transitorio y los atenuantes de haber actuado en un arrebato por la escena que acababa de presenciar, que estaba bajo los efectos de bebidas alcohólicas, que confesó los hechos y trató de disminuir los efectos de los daños causados a la víctima al pedir que avisasen a la policía y la ambulancia, y que la dilación indebida en el tiempo transcurrido desde los hechos al juicio que, a su juicio, podrían llevar a la prescripción del delito. Esos argumentos fueron rebatidos por el abogado de la acusación particular previamente a su exposición por la letrada, temiéndose que fueran los argumentos para lograr la rebaja de la condena o la absolución del acusado.

VERSIÓN DE LA VÍCTIMA
El denunciante respondió a preguntas del fiscal que, a la salida de un local, acompañó a casa a la mujer de José Antonio Santiago porque ella le dijo que tenía miedo y que ya habían discutido y le pegara varias veces su pareja. A las reiteradas preguntas del representante del Ministerio Público sobre si estaba en la cama con la mujer del agresor, Rivas Gey lo negó, precisando que trató de mediar en una discusión entre la pareja y que él le dio un puñetazo y que a partir de ese momento no recuerda nada hasta que despertó en el Hospital do Barbanza.

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