Un día. Ese es el tiempo que pasó en libertad el joven ribeirense Manuel López Montemuiño, conocido como “Egidio”, desde que el miércoles por la mañana la Audiencia Provincial de A Coruña decretó la suspensión de la medida cautelar de prisión preventiva que le había impuesto el titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Ribeira por la supuesta autoría de los delitos de robo con fuerza y de atentado contra la autoridad. Durante la jornada del miércoles y en las primeras horas de la mañana del jueves se le pudo ver por la ciudad junto a otras personas, pero posiblemente no sabía lo que le esperaba momentos después.
Egidio tenía que ir a firmar al edificio de los juzgados de la capital barbanzana y los funcionarios de la comisaría aprovecharon esa circunstancia para proceder a su detención a su salida de dicha sede judicial. Por el momento, no ha trascendido oficialmente la causa que ha provocado que este delincuente habitual que tiene atemorizada a los vecinos y empresarios de la capital barbanzana, especialmente a los de la parroquia de Olveira y sus alrededores, regrese a los calabozos de la comisaría. Sin embargo, diversas fuentes apuntaron que contra este muchacho, que acumula un buen número de antecedentes policiales, pesaba una orden de busca y captura para proceder a su arresto al estar investigado por otro robo con fuerza, en el que al parecer se han obtenido pruebas o indicios suficientes que apuntan a este joven ribeirense como presunto autor del mismo.
Del mismo modo, las unidades judicial y científica siguen trabajando para tratar de obtener los elementos probatorios para esclarecer otros robos. De hecho, en algunos círculos se apunta a la posibilidad de que para conseguir la permanencia de “Egidio” durante el menor tiempo posible en libertad, se podría recurrir a la estrategia de proceder a su detención por cada uno de los delitos que se le atribuyen, con lo que si lo mandan a la cárcel no habría riesgo de que reincida y si queda en libertad se buscaría la fórmula para que regresase a los calabozos por cada uno de los robos. Este sistema parece que, de poder llevarse a efecto, resultaría del agrado de hosteleros y comerciantes, así como de los vecinos en general, pues entienden que supondría una tranquilidad al tener a un ladrón menos que pueda robarles con total impunidad. l