Reportaje | Los cementerios se llenan de vida para visitar a los muertos

Reportaje | Los cementerios se llenan de vida para visitar a los muertos
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Miles de barbanzanos acudieron ayer, como es tradición, hasta los cementerios para visitar a sus seres queridos allí enterrados y a llevarles flores presentadas en forma de ramos o centros e incluso coronas, como es el caso de algunas entidades sociales para honrar la memoria de sus socios o vecinos fallecidos. No hubo grandes aglomeraciones,  la afluencia de gente se hizo de manera escalonada, lo que aportó fluidez al tráfico. Aunque se esperaba que por la tarde hubiera muchas más personas que las horas anteriores, la lluvia disuadió de acudir a los camposantos y en alguno como el municipal de Ribeira esperaron a la noche, aprovechando que no cierra sus puertas. De hecho, ante la previsión de precipitaciones, hubo bastante personas acudieron la víspera, algo que se está convirtiendo en algo muy habitual para aprovechar la jornada festiva para otros menesteres. 

Entre las flores elegidas para los ramos, centros u otros arreglos funerarios con los que expresar muestras de respeto y añoranza no había una especie que predominase, pues además de crisantemos, que son considerados como las verdaderas estrellas de Todos los Santos, también había muchas rosas, tanto rojas como las de la corona de la Sociedad Hijos de Palmeira que preside la entrada al cementerio del lugar, como blancas que se podía ver encima de muchos panteones y tumbas, o combinados con lirios blancos, como los de la corona del Club de Jubilados de Aguiño-Carreira. También se utilizaron en las decoraciones únicamente lirios blancos, gladiolos y claveles. Algunas de las personas que colocaban los adornos florales indicaban que se eligen estas especies por su resistencia y perdurabilidad. A mayores, reconocen que según la flor elegida se expresa respeto, admiración, amor, cariño, pureza, recuerdo, eternidad, reconocimiento y simpatía, entre otros. Las floristerías trabajaron a destajo para preparar los ramos y centros, aunque muchos los hicieron en sus casas, cada cual más bonito y elaborado. Tanto es así que parecía haber una sana competición por elegir cual era el mejor de todos, una labor que resulta muy complicada.

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