Reportaje | Ribeira escribe desde mañana un nuevo capítulo en la historia de sus lonjas

Reportaje | Ribeira escribe desde mañana un nuevo capítulo en la historia de sus lonjas
Parte del sector está en contra de las condiciones de la nueva concesionaria y solicitó ante el juzgado la paralización del permiso |d.a.

Ribeira era hasta ahora una excepción en Galicia porque la lonja estaba gestionada por el Concello. Esto venía siendo así desde el año 1916, fecha de un acuerdo de la corporación de entonces localizado por el archivero municipal, José Antonio Otero. El 29 de octubre de ese año los concejales votaron la creación de la Lonja de Contratación y se estableció un arbitrio del 1 % sobre “toda clase de venda de pescado”, relata Otero. Años después, en 1932, se estableció un gravamen del 2 % de “todo o peixe e marisco que atravese calquera vía municipal”.
El archivero rescata el pasado de las lonjas de Ribeira aprovechando el cambio de régimen legal y económico que la ciudad vive a partir de mañana después de un siglo. Es un trabajo, afirma José Antonio Otero, “para mostrar situacións que se deron ao longo da historia, é algo anecdótico e aínda hai moita máis documentación que recoller”.
Ventas clandestinas
Otero explica que en 1956 la Alcaldía remitió un escrito a los fabricantes y armadores avisándoles de la prohibición de realizar transacciones fuera del recinto de la lonja y posteriormente se regularon las pojas. El control de la mercancía y las ventas se volvió fundamental en ese tiempo y ahora es una de las principales exigencias de la normativa vigente.
Precisamente, uno de los cambios fundamentales de la nueva rula es que la subasta será informatizada. El gerente, Fernando Carreira, explica que aunque se combinará el sistema tradicional de venta cantada y electrónica, “todas as vendas quedarán rexistradas no momento con ordenadores de man”, con lo que se facilita la emisión de documentación, las cuentas para los compradores o la liquidación de los barcos para las casas armadoras, así como la trazabilidad del producto.
Hasta ahora las viejas instalaciones no contaban con infraestructura suficiente como para, por ejemplo, etiquetar todo el pescado. Ahora, señala el gerente, “todo o peixe entrará á zona de pesaxe e etiquetado e finalmente á subasta”. Estos dos cambios en la operativa diaria suponen cierta incertidumbre para los operadores de la rula y hay quien asegura que vivirán esta primera semana “como unha aventura”. Uno de los usuarios apunta que el cambio supone pasar de trabajar en “un zoco” a unas instalaciones modernas donde cada comprador estará idenficado con un carnet y su correspondiente código de barras para que todo quede registrado. Algo equivalente a aquellos primeros “carnets de comprador de pescado” que en 1959 reclamó la cofradía al Concello.
Controversias históricas
Con los papeles recuperados se puede ver cómo los debates que generan los cambios no son exclusivos de nuestros tiempos. José Antonio Otero documentó disputas sobre la suspensión de las pojas los domingos o la prohibición de las ventas a flote.
Un usuario de las instalaciones, que se felicita por la apertura de la nueva rula, recuerda cuando se inauguró la actual lonja, “ía ter unha parte climatizada pero aos catro días rompeu o sistema, non durou nin unha semana”. De esta vez confía en que los cambios sean duraderos. l

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