Reportaje | Una tradición venida a menos

Reportaje | Una tradición venida a menos
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Lejos queda ya la época en la que de una manera multitudinaria los ribeirenses y vecinos de la comarca subían andando hasta el monte de San Alberto, en Ribeira, para sumarse a la ancestral romería en la que participaban las esposas de los marineros con la intención de acelerar la llegada de los maridos con el “cambio de tella”. Consistía en ir moviendo una de las tejas de la cubierta de la capilla desde el sentido de un punto cardinal hacia el contrario para regular la dirección de los vientos en el sentido favorable. De eso ya no queda nada y tan sólo ha derivado en el lanzamiento de trozos de las mismas a un arco exterior para “cambiar de pareja”.

Poco queda también de la tradición en la que los estudiantes decidían faltaban a clase ese día, el lunes posterior a las vacaciones de Semana Santa, para sumarse a la celebración. Ayer eran sólo tres los valientes que lo hacían, Iván Maceiras, Adrián Parada e Iván Pinaya, de entre 17 y 14 años. Otros alumnos llevan unos años en los que ya no llegan al monte situado a 207 metros de altitud, sino que se quedan en el parque periurbano de San Roque para “facela festa” en la zona de las barbacoas que hay junto el anfiteatro. Ayer eran un centenar los que se divertían en esa área, mientras en la capilla de San Alberto se contaban con los dedos de las manos los asistentes a las misas matinales. En la misa solemne de tarde fueron más los presentes y el pequeño templo estuvo repleto. Tras la procesión del santo por alrededor de la capilla tuvo lugar la tradicional puja de aves y huevos que los fieles entregaron al santo y en la que se recaudaron cerca de 90 euros. La primera gallina de la puja fue a parar a manos de Rosa Sánchez, de Taragoña y la segunda para Teresa Teira, de Ribeira; las 4 docenas de huevos se las repartieron los ribeirenses Javier Cores, Josefa Corral, Manuela Brión y Bea Gude, y el gallo se lo quedó un vecino de la capital barbanzana que prefiere permanecer en el anonimato y que de manera generosa pagó 30 euros por el animal.

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