Los vecinos retoman el aparcamiento en la Ciudad Vieja ante la ausencia de control

Los vecinos retoman el aparcamiento en la Ciudad Vieja ante la ausencia de control
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La peatonalización de la Ciudad Vieja cumplirá ocho meses estos días sin que el Gobierno local haya sido capaz de poner coto a los incumplimientos de la nueva normativa de aparcamiento y circulación. La dejadez a la hora de sancionar los comportamientos inadecuados, como han advertido en varias ocasiones residentes y comerciantes, ha hecho que incluso los vecinos y otros conductores hayan retomado la costumbre de estacionar dentro del barrio pese a estar prohibido. En paralelo, los espacios reservados siguen teniendo plazas disponibles y albergando vehículos no autorizados casi a diario.

Poco o nada les importa a un grupo de vecinos y trabajadores del casco histórico coruñés y a conductores que acaban en la zona por otras cuestiones que en junio del año pasado el Ayuntamiento de la Marea convirtiese el entorno en un espacio peatonal por el que solo se puede circular en contadas excepciones y aparcar únicamente en el caso de los transportes en zonas de carga y descarga (con unas horas límite). 

Si bien es cierto que se le dio permiso a los residentes para que pudiesen entrar con sus coches al barrio para descargar la compra y enseres o ayudar a subir al vehículo a personas con movilidad reducida unos quince minutos, la carencia de un control férreo por parte del Consistorio ha hecho que esos tiempos se hayan ido alargando hasta volver a retomar la Ciudad Vieja como parking.

Cualquier mañana que se pasee por allí es fácil encontrarse vehículos de los residentes y sin los distintivos preceptivos (algunos de ellos de personas que trabajan en los alrededores) estacionados durante horas en lugares restringidos para ese uso como la calle de Nuestra Señora del Rosario, la calle de los Ángeles, la plaza del General Cánovas Lacruz, las cercanías de la plaza de la Constitución o la calle de Santiago, entre otras vías.  

Los que han dado la voz de alarma son los propios residentes y empresarios del entorno, que ven cómo el hecho de que la Marea no ordene poner multas ha permitido que el cumplimiento de las normas se relaje y cada cual opte por su comodidad por encima del mantenimiento del patrimonio público. 

Aunque no son la mayoría los que se olvidan de la modificación que se implantó en junio de 2018, el ver que no hay consecuencias ha hecho que vayan aumentando las personas que vuelven a aparcar –y también circular– por el interior del conjunto histórico.

El transporte, fuera de horas 
Esta problemática, para la que en el barrio desearían un mayor control de la Policía Local, se suma a otra que lleva manteniéndose desde que se hizo efectiva la peatonalización prácticamente hace ocho meses.

Por aquel entonces, hubo quejas porque los transportistas excedían el tiempo de la zona de carga y descarga para seguir haciendo el reparto por otras calles del centro y hoy todavía se siguen registrando muchos de estos comportamientos. Igualmente, algunos vehículos utilizan los pasos por la Ciudad Vieja para atajar sin importar el deterioro que tienen sus infraestructuras.

Los vehículos autorizados aún comparten gran parte del Oceanográfico con los irregulares

Si parte de los vecinos empiezan a retomar las viejas costumbres de introducir los coches en la Ciudad Vieja –con especial incidencia en el principio de la cuesta de Nuestra Señora del Rosario desde la parte trasera del cuartel–, en los alrededores de la muralla del barrio y en el parking del Oceanográfico no ha habido un momento en el que los residentes no tengan que convivir con coches que estacionan de forma ilegal. 

El Gobierno local no parece ordenar que se sancione a pesar de que ya han pasado ocho meses desde que se estableció la reserva de los espacios en la zona por lo que en unos parabrisas se ven las pegatinas redondas que identifican a los residentes y en otras no hay absolutamente nada, pero tampoco hay multas por estacionar en una zona en la que se indica que el uso es limitado y las marcas viales son amarillas. 

Ayer, por ejemplo, a mediodía había por detrás de la Fundación Luis Seoane 70 turismos, de los cuales solo una treintena cumplía con las exigencias vinculadas a la modificación de las prioridades en el casco histórico. Otros 33 coches carecían de distintivo y hasta siete lucían las antiguas etiquetas, que no son válidas desde diciembre, o un papel de solicitud que nunca fue tal.

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