El camino que siguió Carlos Casares para entrar en la Academia

El camino que siguió Carlos Casares para entrar en la Academia
La carta enviada por el escritor en la que acepta su nombramiento como académico | rag

Fueron unas palabras de Francisco Fernández del Riego las que en 1976 zanjaron la entrada del escritor Carlos Casares en la Real Academia Galega: “Coa incorporación ao ámbito académico do escritor limiense, incorporaráse un dos valores literarios de máis rexa personalidade da nova vida xeneracional galega á laboura futura da Corporación”. Este texto forma parte del expediente de Casares quien, poco después, cuando aún no había cumplido los 37, se convertiría en el miembro más joven de la institución. Forma parte también de la documentación del proceso con el que se dirimió su llegada a la RAG, que la Academia decidió ayer hacer públicos y que muestran manuscritos firmados por algunas de las figuras más destacadas de la cultura gallega.

Así, el expediente se inicia con documentos de la navidad de 1975, cuando el autor honrado este año en las Letras Galegas está a punto de editar “Xoguetes para un tempo prohibido”, su tercera obra. Con él se llevaría el Premio de la Crítica Española al siguiente año en la modalidad de literatura en galego. Es en ese final de un convulso año 75 cuando Marino Dónega, Ramón Piñeiro y Domingo García.Sabell remiten a la RAG su propuesta de que Casares, profesor de Lengua y Literatura en Cangas do Morrazo ocupe la vancante dejada por el fallecido hisotirador Xesús Ferro Couselo. “Representa un dos esforzos máis logrados de renovación da prosa literaria galega”, aseguran.

Entre los escritos figuran también los informes sobre los méritos de Carlos Casares, solicitados a Francisco Fernández del Riego, a Isidoro Millán González-Pardo y a Henrique Chao Espina. Otros dos dictámenes sobre la candidatura del entonces profesor son de Rafael Dieste y Jenaro Marinha. El primero valora del escritor “a virtude de trager lus á conciencia galega sobre o sentir dos novos devanceiros”, mientras Marinhas aplaude o “rigor e axilidade” del ourensano.

La RAG también acerca a los gallegos la carta en la que, definitivamente, se le comunica a Carlos Casares su nombramiento como académico electo (en la sesión celebrada el 15 de mayo de 1977), así como la respuesta de agradecimiento del artista. Y, como en toda novela, llega el desenlace. En este caso, la ceremonia de ingreso del nuevo numerario. Fue Francisco Fernández del Riego el encargado de ponerle el ramo al acto con estas palabras dedicadas a su nuevo compañero y a quien se convertiría luego en pieza fundamental de la cultura gallega: “El, coma nós, sabe moi ben que se non debe abandonar a urdime telúrica que inspiróu ás xeneracións devanceiras; e, ao mesmo tempo, que non hai que deixar de mirar ao horizonte universal como unha meta dos nosos ideáis”.

 

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