Crónica | Viaje a las entrañas de la mina de Touro

Crónica | Viaje a las entrañas de la mina de Touro
Responsables del Centro de Valorización Ambiental de Touro-O Pino en una parte de la Cota de Arinteiro |

Fue la presentación de un nuevo proyecto de explotación minera rubricado por la firma Cobres San Rafael la que colocó a este yacimiento coruñés en el punto de mira y en el foco del temor para el sector marisquero y pesquero de la Ría de Arousa. ¿Cómo puede afectar esto al ecosistema marítimo arousano? ¿Existen evidencias suficientes que garanticen una explotación segura? Con el proyecto pendiente de la respuesta de la Xunta al informe de impacto ambiental, fundamental para que la reapertura propuesta por Cobres San Rafael salga adelante, la empresa que gestiona desde hace 26 años los terrenos que ocupaba la explotación de Ríotinto entre 1976 y 1986 abre sus puertas a la prensa para explicar qué se hace en este espacio en la actualidad, qué trabajos se han realizado para la recuperación medioambiental y mostrar los controles que realizan sobre el estado de las aguas y manantiales.
Superficie de 560 hectáreas
El espacio que ocupa la antigua mina, debidamente perimetrada, es de 560 hectáreas. Nada más entrar en el complejo se ve que en el interior hay actividad. Desde Explotaciones Gallegas (EXGA), la firma titular, señalan que dan trabajo a alrededor de 250 personas. EXGA asumió la titularidad de todo el espacio minero en el año 1993 y, asegura su administradora Eva Gómez, “cuando llegamos todo era rojo, se veía incluso desde el avión. Tan solo cuatro años más tarde empezamos a recuperar aquellos espacios más degradados”. Nace así lo que ellos mismos llaman Centro de Valorización Ambiental de Touro-O Pino (VATOP), en referencia a los dos términos municipales que ocupan. En el interior del inmenso complejo no se contempla la típica estampa de lo que puede asociarse a una zona minera a cielo abierto. De hecho en referencia a la explotación de Touro existen instantáneas así con el inmenso espacio teñido de rojo y desértico. Lo que se ve ahora es superficie forestal y viales asfaltados. En las entrañas de lo que fue el yacimiento minero, y sobre el que Cobres San Rafael ha puesto ahora la mirada, están asentadas cuatro empresas. La primera de ellas es la propia Explotaciones Gallegas, dedicada a la producción de áridos para aglomerados. Las otras tres tienen cabida dentro de lo que hoy en día se llama “economía circular” o, lo que es lo mismo, proyectos directamente vinculados con el medio ambiente, el compost y el reciclaje.
Reconversión de residuos
En el VATOP se reciclan plásticos llegados desde la central de Sogama y que pasan a ser tuberías para el riego o incluso bolsas de basura. Lo hacen en la firma Tyrma en la que se procesan más de seis millones de kilos de plástico al año. En el mismo complejo está TEN (Tratamientos Ecológicos del Noroeste) que reconvierte los lodos de las depuradoras de toda Galicia (y también de Arousa) en lo que los expertos denominan “tecnosolos” o, lo que es lo mismo, fertilizantes orgánicos que han servido para la restauración del propio espacio minero y que también han sido usadas de abono en explotaciones de albariño.
La última de las firmas es CVAN, el centro dedicado a la investigación, desarrollo e innovación de materias medioambientales y en el que las carpetas con nuevos proyectos no paran de crecer. “Colaboramos con muchísimas universidades de todo el mundo”, aclaran. En el complejo se puede ver incluso una granja de porco celta, de gallinas de Mos y un polígono industrial urbanizado.
¿Cómo se “cura” una mina?
El catedrático del departamento de Edafología y Química Agrícola de la Facultad de Biología de la USC, Felipe Macías, se enorgullece de los trabajos de recuperación que han llevado a cabo en este espacio. “Ríotinto dejó la mina con un entorno muy degradado con aguas muy afectadas por los sulfuros metálicos y con una alta concentración de metales pesados”, dice Macías. Explica que las exigencias legislativas en materia de minas eran muy diferentes en la década de los 70 y que hoy en día cualquier proyecto que se presente tiene que presentar un aval para evitar situaciones como las que se dieron con Riotinto. ¿Cómo se llevó a cabo esta restauración? Los términos son muy conocidos en el mundo de la biología y escasamente utilizados por el público de a pie. “Con tecnosolos, con la recuperación del suelo mediante nuestros fertilizantes orgánicos. Nos quedan zonas, pero hemos conseguido que el 90 % de la superficie esté recuperada”, asegura Macías. Un mecanismo con el que tienen puentes de colaboración abiertos con Portugal “para recuperar terreno afectado por los incendios mediante la inoculación de hongos”. Añade además que “aquí se puede ver que lo que eran escombreras son hoy en día bosques” y asegura que “vienen estudiantes de minas de todo el mundo para ver como hemos llevado a cabo esto”.
La calidad del agua
En las casi 600 hectáreas de la antigua mina de Touro hay varios riachuelos y regatos que desembocan al final en el río Ulla, principal nutriente de la Ría de Arousa. Macías asegura que “tenemos datos del Ulla desde el año 1986 y la situación era muy mala entonces. Pero ni siquiera en esos momentos había datos negativos más abajo de Pontevea”. El catedrático pone sobre la mesa informes elaborados en 2018 por el doctor Luis Tapia, de la USC. Señala que “en los análisis se detectó que la calidad del agua del Ulla es muy buena y la del resto de regatos es buena”. ¿Y qué hay de las fotos que denuncian vertidos contaminantes? A esta pregunta Macías responde: “El agua que sale de esta zona se neutraliza de forma natural en los humedales y llega al río con un PH apto para la potabilización. Tenemos cuarenta puntos de muestreo”, defiende. Reconoce que hay un regato, el Portapego, en el que el nivel de ácidez del agua es extremo. “¿Por qué no actuamos aquí de la misma forma que en otros espacios? Pues porque aquí se ha detectado una alta concentración de extremófilos, un microorganismo que es de máximo interés científico para analizar el origen de la vida humana y que la NASA investiga en Huelva. Queremos que nos autoricen un parque de extremófilos en otro punto para poder actuar en este regato”, advierte. Apunta que “se han hecho públicos informes falsos y tendenciosos” y que antes de conocerse las intenciones de Cobres San Rafael “todos nos aplaudían y la restauración era un ejemplo”. Dar vía libre a que vuelva a haber actividad minera depende ahora de la Xunta. l

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