Los guardianes del agua de O Salnés: La vida confinada dentro de una potabilizadora

Los guardianes del agua de O Salnés: La vida confinada dentro de una potabilizadora
El vilagarciano Cristian Castro y el cambadés Jesús Domínguez sobre los depósitos | m. Ferreirós

El coronavirus ha trastocado la vida cotidiana de los vecinos de O Salnés, pero a diario siguen abriendo miles de veces sus grifos sin percatarse de lo que esconde un gesto tan insignificante. Si fuera posible viajar por el entramado de tuberías y pozos de bombeo llegarían a la estación potabilizadora de Treviscoso (Vilanova) y hoy se encontrarían a Cristian Castro y a Jesús Domínguez. Quizás tomando un descanso en su caravana, tocando la guitarra o la gaita o a lo mejor en uno de los momentos más delicados: manipulando el cloro en gas necesario para depurar el agua de 80.000 personas (el triple en verano). Y es que ellos viven un confinamiento, si cabe más especial. Son trabajadores de Viaqua, concesionaria del servicio de la Mancomunidade do Salnés, y ellos y el resto de sus compañeros viven en la propia planta durante 15 días para evitar que cualquier incidencia personal o cercana por el virus ponga en peligro el suministro. Se trata de personal especializado en el manejo de una infraestructura para la cual sería casi imposible encontrar empleados de un día para otro.

“Los más difícil, la familia lejos”

La medida forma parte del plan de contingencia aplicado por la empresa antes de decretarse el estado de alarma. De siempre, una ETAP tan grande como esta tiene personal que trabaja por turnos las 24 horas del día, pero con estos confinamientos de 15 días se busca “minimizar el posible impacto que podría ocasionar la ausencia de personal derivado de una posible infección o cuarentena asociada al coronavirus. Tenemos dos objetivos principales: proteger la salud de nuestro equipo y garantizar el suministro”, explica Cristina Casas, responsable de Operaciones de Galicia Centro-Sur de Viaqua.

¿Y cómo lo llevan los empleados?: “Muy bien (...) Bastante bien”, responden Cristian Castro y Jesús Domínguez, aunque “los últimos días es cuando empezamos a notar el cansancio, pero bueno no hay ningún problema”, matiza este último, cambadés y de Corvillón, para más señas. Lo “más difícil es que se echa mucho de menos a la familia”, añade su compañero de Vilagarcía, aunque ambos mantienen el contacto con parientes y amigos e incluso con otros compañeros a través del móvil y las videollamadas. Además “estamos cerca de casa, tenemos la tranquilidad de que si pasa cualquier cosa no es como estar en el extranjero, estamos a un paso”, apunta Domínguez.

Pero lo cierto es que la planta potabilizadora no es un hotel de lujo, es una mole de cemento gris con dos enormes depósitos que suman 10.000 metros cúbicos de agua y las oficinas son paneles llenos de medidores y aparatos incomprensibles para un ciudadano de a pie, eso sí, está rodeada de altos pinos que dan algo de respiro. Sin embargo, ambos empleados aseguran que tienen todo lo que necesitan. “Nos dan toda las comodidades necesarias para llevarlo lo mejor posible”, explica el vilagarciano. “Todo lo que pedimos enseguida no los traen”, añade su compañero. Sus respectivas caravanas son de lujo, una empresa de catering les proporciona lo necesario e incluso cuentan con apoyo psicoemocional proporcionado por la empresa, y se “hace un seguimiento individualizado”, explica su responsable de operaciones.

Además, estos trabajadores en concreto tienen su propia medicina: la música. Cristian Castro es profesional y además de hacer ejercicio se planta delante de su ordenador para editar sus temas o coge la guitarra y compone, y el “tiempo se me pasa bastante rápido”. Domínguez es miembro de la asociación cultural Xironsa, así que lo suyo es la flauta y “según la hora que sea”, llenar el fol de su gaita. No quiere molestar a sus vecinos temporales o a los animales del Refugio de Cambados, muy próximo a la ETAP.

Test de contagio a empleados

A día de hoy, aún les falta una semana más para terminar este nuevo turno y volver a casa. Entrarán otros dos compañeros mediante un protocolo que consiste en la realización de tests para garantizar que no están contagiados, así como la desinfección de las instalaciones de uso común y las caravanas por parte de una empresa autorizada en servicios biocidas, según explica Cristina Casas.

La responsable de Viaqua añade además que para las operaciones urgentes de fuera de planta cuentan con equipos de trabajo independientes que “siguen trabajando a pie de calle” y que “extreman las medidas de higiene y entre los cuales se suprime cualquier tipo de contacto para evitar el riesgo de contagio”.

Todo ello sin olvidar al otro gran protagonista: el río Umia, de cuya buena salud depende el agua potable no solo de O Salnés, sino también de Caldas, Cuntis y Moraña. l

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